Por Manuel Valenzuela Valenzuela.-Desafinado los pronósticos de todos los analistas, incluyendo a los de la Secretaría de Hacienda, el peso se ha seguido fortaleciendo durante las últimas semanas y ha roto la barrera de los 18 pesos durante varios días. ¿Qué factores explican este fenómeno? ¿se puede esperar que este fortalecimiento sea sostenible en el mediano y largo plazo?
Las causas hay que buscarlas tanto en factores coyunturales como estructurales. En los primeros podemos mencionar la mega inversión que anunció Tesla en Nuevo León hace apenas dos semanas, que mandó una señal clara de que México sigue siendo un lugar estratégico para invertir, con ventajas competitivas indudables, lo que fortalece la percepción de que la entrada de capitales en inversión directa se mantendrá e -incluso incrementará- en los próximos meses y años.
La relocalización de las cadenas de suministro de industrias estratégicas (y no estratégicas), más la red de tratados comerciales de libre comercio con las que cuenta el país, lo mismo que las condiciones logísticas favorables y de disponibilidad de mano de obra que ofrece el país son fundamentales para reforzar la expectativa favorable.
Por otro lado, en lo que refiere al capital financiero, hay que señalar que el diferencial de las tasas de interés en México y Estados Unidos (alrededor de seis puntos porcentuales) ha motivado la entrada capitales al país.
Como sabemos, con un tipo de cambio flexible como el que México tiene desde diciembre de 1994, tanto el dólar como el peso son mercancías cuyo precio varía de acuerdo con la oferta y la demanda. La entrada reciente de dólares al país, al invertirse en valores nacionales incrementan la demanda de pesos, lo que explica su fortalecimiento generando lo que se conoce como superpeso.
El principal mérito en este sentido lo tiene -sin ninguna duda- el Banco de México que se ha movido en la misma dirección que lo ha hecho la Reserva Federal de los Estados Unidos para mantener ese diferencial. Es previsible que en el corto plazo lo siga haciendo mientras permanezcan tasas de inflación similares entre las dos naciones.
En lo que refiere a factores más de carácter estructural, sobresale el hecho de que los fundamentos de la economía mexicana se mantienen sólidos y, por ahora, no son motivo de preocupación de los inversionistas.
A pesar de que el crecimiento de la economía mexicana durante este sexenio ha sido francamente mediocre, hay que reconocer que ha sido un acierto del actual gobierno mantenerse firme en el compromiso de mantener finanzas públicas sanas y no contraer nueva deuda en exceso, dos preceptos básicos que mantuvieron los “gobiernos neoliberales” y que ha continuado el gobierno en turno, mismos que han sido fundamentales para la estabilidad económica del país. En este sentido, el actual gobierno ha sido -para bien- profundamente neoliberal.
En lo que refiere a la deuda, el porcentaje de endeudamiento del país con relación al PIB se ha mantenido en niveles razonables (alrededor del 50 por ciento) que los mercados valoran y mantienen lejanas las posibilidades de un default (incumplimiento de obligaciones de pago de deuda).
No sucede lo mismo con otros países cuyos niveles de endeudamiento se han incrementado sustancialmente, como es el caso de Brasil o Argentina cuyo nivel de deuda ronda o rebasa el 100 por ciento de su producto. En este sentido, es indudable que el actual gobierno tiene los méritos, a pesar de que durante la pandemia se pasó de la raya con la austeridad.
¿Es sostenible el tiempo el peso fortachón? Seguramente no. Los factores coyunturales varían mucho y puede que en algún momento suceda algo que oriente los flujos de capital financiero a otros países, o que los mercados detecten situaciones de riesgo en el país que provoquen que estos capitales salgan, lo que traería un ajuste adverso al peso en el tipo de cambio.
Los factores estructurales son más estables y es poco probable que cambien en el corto plazo; se espera que la inversión extranjera directa siga creciendo, que las remesas hagan lo propio, lo mismo que las exportaciones y los propios ingresos por turismo, a pesar de que a este sector el peso fuerte no le favorece en el corto plazo.
¿Hay riesgos? Desde luego que los hay. Cualquier situación que perciban los mercados como signo de inestabilidad futura en el país, puede provocar salida masiva de capitales y trastocar la perspectiva que por hoy es muy favorable.
Los mayores riesgos pueden venir de la seguridad política y de la política, en particular si tiene éxito el plan del gobierno de apropiarse del INE y debilitar su estructura. Ello podría mandar la señal de una elección fraudulenta en 2024 que conduzca a la inestabilidad. El gobierno debería ser muy prudente en este sentido y advertir a tiempo los riesgos.