Por Ramón Pacheco Aguilar.-Definimos el término como “una cosa, persona o situación perfecta e ideal que solo existe en la imaginación”. Cómo quisiésemos que nuestras vidas estuviesen colmadas de ellas, en especial el funcionamiento de este País tan nuestro, y no, ¿pero?
Para mí, como para muchos/as, los componentes educación y cultura son vitales para el buen funcionamiento de una sociedad; para su confort y su bienvivir, tal como lo son la salud, la vivienda digna, la alimentación o un trabajo bien remunerado. Todo ello debiese decantar socialmente, en una democracia funcional, como resultado de una visión de Estado integral e incluyente.
Esta “ligera” introducción me sirve de marco de referencia, vista la “entelequia” como una ficción, como una invención, como una irrealidad, como una fantasía tan alejada de la realidad como bien lo es, para comentar sobre la actitud del Presidente en sus ataques recientes contra la Máxima Casas de Estudios de la Nación, nuestra Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sin duda, este inexplicable comportamiento es tan solo el asomo de una bola de nieve al borde de la colina que eventualmente rodará y se estrellará contra todo el sistema de universidades públicas y Centros Públicos de Investigación (CPIs), convirtiendo toda su energía potencial y cinética en un muy probable desastre de magnitud nacional. ¿Qué pretende López con ello? ¿Estará acaso resentido por su larga permanencia estudiantil en Ciudad Universitaria?
Todo el macrosistema académico-educativo nacional requiere de ajustes, de reformas y hasta de revoluciones, sin duda alguna; pero nada de ello se hace como resultado de un capricho o deriva de la resaca de la noche anterior, como pareciera en el caso que nos ocupa. Lleva tiempo, conformación de equipos transdisciplinarios probados y profesionales. Los tenemos de sobra en nuestro País, solo basta conformarlos y trabajar en conjunto teniendo el método como guía. ¿Y luego?
Sin más preámbulo porque no hay espacio para un análisis y comentarios más amplios y profundos, las universidades, al menos las públicas, deben ser por definición autónomas, plurales y libres; deben ser la conciencia crítica de la sociedad en su acepción mas amplia. No serlo, sería el más grave de sus inconvenientes. Yo solo quiero que la diatriba anti-conocimiento universitario de López no resuene en el campus de nuestra Universidad de Sonora. Sin embargo, los eventos próximos pudiesen mostrar un barrunto del absurdo.
Conozco a la UNAM, pues los tres primeros semestres de mi carrera profesional los curse en su Facultad de Ciencias Químicas para finalmente concluir mi formación aquí en mi Unison. En aquellos tiempos me tocó el asalto al Campus universitario de los pillos Castro Bustos y Mario Falcón, así como el inicio del sindicalismo universitario independiente y la primera huelga del STUNAM. La UNAM, siempre del lado del pueblo, defendiendo sus más legítimos intereses sin dejar de ser el centro académico y de investigación por excelencia y el más fuerte y consolidado de México. Bien le haría a López dejar de “molestarla” antes de que sea demasiado tarde. Defendamos pues la universidad pública de cualquier intento de sujeción y atadura. ¿Entelequia?