Por Ramón Pacheco Aguilar.- Años atrás fui invitado por docentes la Universidad del Valle de México (UVM), campus Hermosillo, a moderar una mesa de “conversación” entre un inminente Teólogo y un destacado científico, Doctor en física; ambos, “conversantes” de nuestra la localidad. Menudo reto al que fui convocado. Inicié mi participación en aquella mesa planteando las siguientes preguntas: ¿Somos resultado de la Evolución Creativa o de una Creación Evolutiva? ¿Es la filosofía, como precursora de la religión y de la ciencia un sólido soporte de ambas? Fue un buen punto de calentamiento, incluso para mí, pues confieso con determinación que soy un científico creyente. Mucho aprendimos en esa ocasión todos los presentes. En mi colaboración de hoy menciono “algo” de lo que ahí se trató y comento.
La filosofía es la concepción racional sobre el universo y la vida, mientras que la religión es un modo de vida que está ligada a Dios por acto de Fe, por lo que es estrictamente afirmativa, dogmática. La Religión, por la fe, resuelve problemas que la filosofía plantea racionalmente.
Es indudable que los filósofos, en el mejor de los casos, tratan de ocuparse de manera “laica” de lo mismo que preocupa a sacerdotes y teólogos. Unos y otros se plantean preguntas “no instrumentales” que no pueden ser zanjadas por ninguna respuesta que nos permita despreocuparnos de ella y pasar a otra cosa (como ocurre en el caso de la ciencia), y que no se refieren a cómo podemos “arreglarnos” con las cosas del mundo sino a lo que somos y a lo que significa ser como somos. Las respuestas de la ciencia, por otro lado, “cancelan la pregunta” a la que responden y nos permiten preguntarnos “cosas nuevas”. Mientras que las respuestas de la filosofía y la teología (religión) abren y ahondan aún más la pregunta a la que se refieren. Nos conceden plantearla de una forma nueva o más compleja, pero no la cancelan jamás totalmente, solo nos ayudan a convivir con la pregunta, a calmar en parte nuestra impaciencia o nuestra angustia ante ella.
Pero en un aspecto fundamental se parecen la ciencia y la religión, difiriendo de la filosofía. Las dos primeras prometen resultados, herramientas para salvarnos de los males que nos aquejan, gracias a desentrañar los mecanismos de la naturaleza o a la fe en Dios. La filosofía, en cambio, solo nos puede ayudar a vivir con mayor entereza en la insuficiente comprensión de lo irremediable. Ciencia y Religión resuelven cada cual a su modo las cosas; la filosofía, a lo más que llega, es a curarnos en parte del afán de resolver a toda costa lo que quizás es (y no tiene por qué dejar de ser) irresoluble.
Y solo para terminar en esta ocasión, cabe mencionar que la ciencia es una forma de conocimiento extremadamente exitosa. Ha conseguido transformar la sociedad y el mundo en tan solo tres siglos, permitiéndole al hombre influir, para bien o para mal, en la propia naturaleza. Cierto es que ni la filosofía ni la religión pueden vivir a espaldas de la racionalidad científica si es que quieren decir algo que tenga sentido para el hombre actual. Necesario leer y releer con atención este último párrafo. Continuaremos con el tema pues lo aquí mencionado es solo parte de lo tratado en aquella reunión en la UVM.