El que deje de residir en Palacio Nacional no es garantía de nada. El País no se recompondrá con su ausencia pues trabajó seis años de manera implacable en hacer el mayor daño a la historia reciente de lo que dábamos en llamar una democracia en proceso de ser. 

Nunca podré explicarme cómo es que llegó tan lejos no solo con la complacencia de sus invidentes seguidores sino también de sus detractores sin capacidad de detenerlo.   

Políticamente hablando, nuestro País siempre ha sido una especie de edén con manzanas de la discordia de extraordinaria ubicuidad. La historia ha sido muy constante en ello, corrupción e ineficiencia del partido en el poder, y ansias de la oposición por llegar al poder y reiniciar su periplo de nueva corrupción y más ineficiencia. 

No hubo ganancia alguna en la alternancia del poder, solo ellos ganaron, económicamente por supuesto. Somos tan estoicos los mexicanos que hemos soportado, a través de la historia posrevolucionaria, tantos malos gobiernos, pero sin tener a uno (tan) pésimo como el actual. 

Y con ello no quiero decir que López no haya hecho “algo” bueno, después de todo, como le correspondía. Con su afán diario de promover el enfrentamiento entre los diversos sectores de la población y su enfrentamiento desigual y castigo contra sus detractores, fuesen empresarios, intelectuales, académicos, medios de comunicación, asociaciones civiles, institutos autónomos, etc., mostro su cobre a los días de haber llegado al trono concretando el engaño fraguado contra los ilusos 32 millones que lo encumbraron.

Tratando de mimetizarse como un hombre de izquierda con su falaz retórica, engaño a muchos; después, ya todo fue demasiado tarde pues nadie hizo nada por detenerlo. Se entiende pues todos provenían del origen, del mismo mal. Era uno más de todos ellos, pero ahora con un proyecto egoísta, muy suyo, sin interés de compartirlo. 

Así, siendo el rey absoluto, formo su séquito de lacayos; unos noveles, otros de larga historia como longevos funcionarios corruptos o con revisionistas izquierdosos que cambiaron el término de compañero por el de cómplice.

Cierra mal López, como solo él lo sabe hacer, arremetiendo contra el Poder Judicial y los Organismos autónomos, tomando por asalto al Poder Legislativo e impulsando ese Plan C con C de catástrofe.

Tendremos de alguna forma que reiniciar la lucha si la doctora decide ser solo su sucursal. ¿Pero que hacer si la movilización ciudadana no da los resultados esperados como lo vemos con Venezuela o con los argentinos que también fueron recientemente engañados?   

Tuve la oportunidad de asistir a la manifestación convocada días atrás en apoyo al PJF. Interesante la presencia de una mayoría evidente de mujeres y jóvenes. Fue una manifestación de clasemedieros, como un servidor. Se siente bien volver a pisar la calle como en aquellos tiempos universitarios. Debemos seguir manifestando nuestra inconformidad ante el intento, que seguramente será fallido, de convertir a nuestro país en una dictadura fascista.

Cerremos filas ante la muy probable posibilidad de que la doctora decida seguir con el sinsentido de un presidente que pasara a la historia, pero como su destructor. Todo lo ganado, aun con las fallas por todas y todos aceptadas, debemos protegerlo y lo haremos. 

(rpacheco@ciad.mx / @rpacheco54)