Por Javier Villegas Orpinela.- La economía mexicana y la sonorense tienen meses inmersas en una peligrosa espiral que desanima cada vez más a familias y empresas; los dos grandes agentes económicos que mueven el PIB de cualquier país.
En la entidad, las culpas contra la administración anterior (la padresista), empezaron en el último cuatrimestre del 2015, tan pronto se subió a la silla gubernamental Claudia Pavlovich.
Ella y su equipo cercano llegaron al poder estatal sedientos de cobrarselas todas a los que por seis años dejaron al PRI fuera del Palacio del Estado.
Para justificar uno y otro atropello contra los albiazules, la nueva mandataria y los priistas más influyentes de su Gobierno, arremetieron contra Guillermo Padrés y sus más cercanos colaboradores, sacando a relucir acusaciones de todos colores y sabores sin sustentos de peso.
Empero, el aparato policial del Gobierno del Estado se puso en marcha y por tres años, del 2015 al 2018, la cacería fue la constante y la economía apenas se movió, pero eso sí, algunos panistas entre ellos el mismo ex Gobernador Guillermo Padrés, estuvieron meses en las sombras.
El caso es que la nueva administración traía sus prioridades y los rencores contra opositores políticos estaban en el primer lugar.
“El exterminio” de la oposición, sobre todo panista, era el plan y lo económico nomás no pintaba porque ya habría tiempo para ello puesto que el PRI se veía en el Gobierno del Estado por lo menos cuatro sexenios consecutivos.
Pero oh sorpresa; en el 2018 le pasó por encima al Gobierno de Sonora la aplanadora de Morena y los planes de mediano plazo de la Gobernadora y sus secuaces se esfumaron.
Desde entonces y hasta la fecha, la administración pública estatal se dedicó a meter reversa en su pleito con los panistas y a llevarsela suave con el Gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador.
Pero mientras en Sonora se quiso rectificar en materia económica, a nivel País se enrareció todavía más e ambiente; se le empezó a poner el pie a las inversiones productivas del sector privado y a culpar de todo lo malo a las administraciones pasadas, desde la de Salinas de Gorari hasta la de Peña Nieto.
Para remachar esta actitud anti-empresarial y belicosa en lo político, López Obrador se avoca en desaparecer la corrupción con su “austeridad republicana”.
Y no obstante las nuevas sacudidas desde Palacio Nacional, el Covid-19 se aparece en la escena con las consecuencias dañinas de todos sabidas.
Cabe apuntar que nuestra entidad pudo haber tenido mejor desempeño económico si Claudia Pavlovich hubiera promovido desde el principio de su administración la actividad productiva en lugar de haberse dedicado por completo a erradicar a los panistas que estuvieron en el poder estatal del 2009 al 2015.
También debe señalarse que el Gobierno federal hubiera hecho más en su primera mitad de sexenio con una política realmente incluyente y un auténtico respaldo al sector productivo sin descartar su lucha contra los corruptos, pero con más mano izquierda.
Las culpas, la pandemia y la austeridad siguen vigentes, por lo que las expectativas empeoran.
Twitter: @JvillegasJavier