Por Enrique Zavala Urquides.- En esta época vertiginosa de vida, tendemos a confundir algunos conceptos fundamentales del comportamiento, desde lo más básico hasta lo más elaborado, erudito o profundo, hoy me ocuparé de dos conceptos que se parecen, pero que son diametralmente opuestos.
La honestidad y la integridad muy a menudo se confunden, se aprecian y registran como sinónimos, sin embargo, en la práctica requieren distintos niveles de esfuerzo y disciplina, demandan habilidades cognitivas conductuales totalmente diferentes.
Dos casos ilustrativos
Tenemos la situación de una prostituta, que, al ser detenida por una falta menor, dijo la verdad al ser interrogada, reveló ante el oficial de policía que había tenido relaciones sexuales con un individuo, en qué hotel fue y cuánto le cobró, la prostituta sin duda al decir la verdad fue honesta, pero no necesariamente íntegra.
O como un ladrón que, al ser capturado en flagrancia, confiesa los detalles del robo, en esta ocasión fue honesto por un momento al decir la verdad, pero eso no lo hace íntegro, al igual que la prostituta fueron honestos en un instante de sus vidas, o como decía mi abuelita figuradamente, “lo que hacen con el pico, lo borran con la cola”.
Práctica axiológica
No, la honestidad no equivale a la integridad, no requerimos políticos o servidores públicos honestos solamente, los requerimos íntegros, para que no solo no roben, sino que no mientan, engañen y traicionen, para ello deben de hacer de su conducta axiológica diaria una realidad, constante, disciplinada y comprometida, eso hará de cualquier persona un excelente líder y político.
La axiología es la ciencia que estudia los valores y cómo estos valores se producen en una sociedad.
La axiología busca entender la naturaleza de los valores y los juicios de valor, es parte fundamental de la integridad, es “predicar con el ejemplo”, es la práctica constante y repetida de vivir con fundamento en principios y valores.
Conclusión
Por ello estimado lector, hay que tener cuidado, hay que tener muy claros los conceptos anteriores, estudiarlos, más aún en épocas electorales donde le daremos el poder a una gran cantidad de candidatos y correremos el riesgo de equivocarnos, sin embargo, si identificamos las conductas integras, tendremos un nivel de certeza superior para acabar con la corrupción.
La integridad en los candidatos como atributo, debe ser el camino correcto para votar por ellos, no se confunda por la vorágine de las campañas, llenas de palabras huecas y politiquerías, es un accionar a conciencia que debemos ejercer cuidadosamente como ciudadanos, no nos vayamos a equivocar y terminemos votando literalmente por un ladrón, o en el mejor de los casos por una meretriz…
¡Ni más ni menos!
“Si no peleas para acabar con la corrupción y pobredumbre, terminarás siendo parte de ellas.” (Joan Báez).
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