Creo que ya es hora de decir basta a tantos oprobios. Basta de que las cosas se hagan siempre igual.
Basta de simulación y disimulo, de crítica destructiva e indiferencia. Basta de corrupción, de deshonestidad y robo impune.
Basta de compadrazgos y nepotismo. Basta de pobreza, desamparo y falta de oportunidades. Basta del daño al medioambiente y del uso inadecuado de nuestros recursos naturales.
Basta de desempleo y de salarios misérrimos. Basta de discursos sin sentido y de falta de resultados. Basta de ineficacia e ineficiencia. Basta de ignorancia y de explotación. Basta de crimen y represión.
Basta de niños en la calle y de indigencia ubicua. Basta de amaneceres sin esperanza y anocheceres en desconsuelo. Basta de discriminación y de fobias sociales. Basta de intolerancia y falta de democracia. Basta de gastos superfluos y de escuelas en infortunio. Basta de caritas tristes y estómagos vacíos. Basta de Ayotzinapas, de desaparecidos y de fosas clandestinas.
Basta de riquezas mal habidas y millones extraviados. Basta de seguir hablando en tiempo futuro cuando lo que vivimos es el presente. Basta de desvergüenza y de cinismo. ¡Ya basta! Me pregunto si tendremos que empezar de nuevo teniendo tanta historia. ¿Que nos pasó? ¿Por qué no hacer las cosas bien, siempre?
Estamos a punto de iniciar un nuevo periodo, un nuevo gobierno colmado de inicio con desafortunadas promesas y compromisos derivados de una mala herencia que pretende convertirse en un nuevo maximato.
En estos tiempos de infortunio, los ciudadanos merecemos consideración y mucho respeto de parte de nuestros gobernantes quienes deberían cumplir con sus obligaciones construyendo escenarios propicios y confiables para la acción y generación de resultados e impactos mesurables en el corto plazo. Luego entonces, necesitamos de parte de ellos liderazgos disruptivos.
Liderazgos que rompan paradigmas y hábitos inadecuados para dar entrada a nuevas ideas, a nuevas formas, a nuevos quehaceres, a más resultados y a mejores impactos. Es importante que nuestros gobernantes controlen sus impulsos, generen empatías y motiven al ciudadano.
El nuevo gobierno deberá trabajar, ante todo, con inteligencia y sensibilidad social para darle un nuevo valor a nuestro País, perdido en los últimos seis años de supina destransformación. Solo su creatividad anulara la resistencia y el recelo de muchos ciudadanos producto de tanto desengaño, mentira atroz, imposición fiera y espera infructuosa.
El liderazgo disruptivo es siempre innovador, e innovación es lo que nuestro País necesita. La innovación diferencia y todos queremos un México diferente, un México mejor, que aglutine, que sume y que multiplique. ¿Contamos con ese liderazgo disruptivo con la Doctora? ¿Tendrá la capacidad de sacudirse de las malas compañías e influencias que parecen ahogarla? ¿Su doctorado le permitirá usar el método en sus estrategias y acciones o será solo asunto de vanidad? ¿Podremos en algún momento apoyarla como presidenta? Son preguntas que es preciso responder en breve.
(rpacheco@ciad.mx / @rpacheco54)