MI REFLEXIÓN NAVIDEÑA 2022

Por Ramón Pacheco Aguilar.- Aquí estoy nuevamente, un año menos joven, escribiendo mi Reflexión Navideña Anual en esta la temporada del año que más me gusta, la que más disfruto, en la que intento recuperar y tratar de enmendar mis omisiones de todo el año a punto de concluir. Desde hace centurias los filósofos, tanto los presocráticos como los clásicos e incluso Marco Aurelio con sus estoicas meditaciones, nos señalaron que habíamos sido creados para ser buenos, felices y sabios. Sin duda, todos ellos tenían razón, justo como posteriormente nos lo enseñó Jesús, cuyo nacimiento festejaremos en unos días como principio y base de nuestra Cristiandad.
En estos días, de manera natural e instintiva, nos damos cuenta de lo afectivos que podemos ser mostrando los atributos de nuestra Alma y de nuestro Espíritu, haciéndolos complementarios como debiere ser; el Alma, con nuestros buenos deseos y sentimientos; el Espíritu, con nuestros principios éticos convertidos en virtudes. Ambos, Alma y Espíritu, constituyéndose en un todo como buenos hijos de Dios.
Ya son más de veinte años compartiendo con mis Amigos estas Reflexiones. Intento en ellas expresar algunos de mis sentires, alegrías, recuerdos, nostalgias y congojas de vida, tan comunes como las suyas, aunque no necesariamente iguales.
El año que concluye nos lleva a preguntarnos que hicimos durante sus días. ¿Volteamos a nuestro alrededor allí donde aún residen la injusticia, la pobreza, el abandono, el olvido, la mentira, el hambre, el miedo, la burla, el desprecio, la indiferencia y la indigencia? ¿Lo hicimos? ¿Nos dimos cuenta de todo lo que no debiese ya estar o tan solo simulamos que lo hicimos? ¿Trabajamos para que todo ello terminara o al menos menguara, o seguimos siendo esclavos de la prisa e indiferencia queriendo tapar el sol con un dedo? ¿Estamos en condición de festejar la Navidad en paz y sin remordimiento alguno? Dependiendo de nuestra respuesta habremos de encontrar la justificación que nos haga sentirnos meridianamente bien y en paz. No pretendo, ni mucho menos, ser un aguafiestas, pero tal vez, solo tal vez, este en lo correcto.
Todos esperamos y necesitamos de la Navidad pues su significado y contenidos son un respiro para nuestra Alma. Oportunidad para el reencuentro personal anual y la conjunción con nuestra familia y amigos. Sentimos la necesidad de verlos y estar con todos para sonreír, reír y hasta llorar. Festejar las presencias y añorar las ausencias.
Si una de las finalidades en esta vida es el que seamos felices, preguntémonos si los somos. Yo me siento feliz. He tenido una vida buena y doy gracias a Dios por ello, porque los componentes mas importantes de esta felicidad son mis recuerdos, mis nostalgias, mis familias y mis amigos. Solo una cosa falta en mi vida, solo una, pero sé que llegará, lo sé bien: el ser abuelo.
No minimicemos la emoción en esta temporada; expresémosla, compartámosla. Promovamos la compañía con los nuestros y con un abrazo digámosles cuanto los amamos. Que estas alegrías se conviertan en parte de nuestra felicidad de vivir. Pero, no olvidemos a los pobres del mundo; ellos nos necesitan. Levantemos nuestra voz por ellos donde quiera que estén.
Les deseo una Navidad colmada de alegría y mas felicidad en sus vidas, así como un buen 2023. Lo merecemos.
Un abrazo