Por Ramón Pacheco Aguilar.-Tenemos dos gobiernos en Sonora que están festejando su primer aniversario en el poder: el Gobierno estatal y el Gobierno municipal. Ofertas, discursos y promesas, abundan por doquier como parte sus estrategias diseñadas a incidir en la atención, intereses y necesidades de uno u otro sector de la sociedad, generando expectativas por un futuro mejor. No hay problema en ello, es parte del método; es parte del hacer política aquí y en todos lados. Lo procedente y consecuente es cumplir con esas ofertas, discursos y promesas. Ahí está el detalle, como lo dijera Mario en su momento.
Pero en todo ello, la ciencia sonorense, en este presente en que vivimos, es la gran ausente pues en este año no ha sido, ni tan siquiera, receptora de promesa alguna como lo fue en un pasado ya no tan reciente. Antaño no fue ajena a promesas y discursos. El cumplimiento de los mismos fue parcial, lento e insuficiente, indicador fehaciente de que el tema no era primordial en aquellas agendas políticas. Y se entiende que así sea ante tanta urgencia ciudadana; pero también, no se vale, como coloquialmente se dice, que se relegue a los últimos lugares o, lo que es peor, se le deje sin lugar. Entonces, como se usa actualmente, hablar de una sociedad y economía basadas en el conocimiento es una sinrazón en nuestro estado. Estamos lejos de serlo y tampoco sabemos cómo hacerlo. Finlandia, China, India, Singapur, Corea del Sur e Israel, son ejemplos claros de avance social que se logra cuando se tiene consideración a la ciencia. Como los israelitas en su momento y siendo como somos un país pobre, no nos podemos dar el lujo de no invertir en ciencia.
Dicho lo anterior, nos sacamos la espina año con año, pero aun así trabajamos independientemente de que no tenemos respuesta a nuestras propuestas, intereses y necesidades. Habremos de seguir esperando estoicamente. Si parece que exigimos demasiado (que no es el caso), es que nos interesa participar más activamente en el progreso social y económico de nuestro estado. Pónganos a prueba, pero integrándonos a los programas estatales y municipales de desarrollo y nos comprometemos a dar resultados en el corto plazo.
En el lejano 2011, tuvimos un gran avance al ser conformada en el Congreso del Estado, la Comisión de Ciencia y Tecnología. Desde entonces, no ha pasado de ser un mero un membrete. Ante el oscurantismo que impera en su interior, desconozco si se ha trabajado en su estructura interna, en su operación y en que se pretende hacer con ella; cuál es su presupuesto y como define prioridades. La comunidad científica estaría dispuesta a responder a su llamado.
Insisto en que nuestro estado necesita fortalecer sus vocaciones productivas, pero industrializándolas, dándoles valor para incrementar su competitividad. Para ello requiere de las nuevas tecnologías, de innovación en la planeación y en la comercialización. Nuestro estado necesita promover e impulsar la generación de patentes y su comercialización. Necesita participar con capital de riesgo con universidades y centros de investigación en la conformación de nuevas empresas de base tecnológica. Nuestro estado necesita de inversión para usar la ciencia sonorense y sus capacidades actuales. Mi duda es, ¿seguiremos igual?