Y todo a media luz

(El lado bueno de…)

Por Héctor Vázquez del Mercado.-

“Corrientes tres cuatro ocho
Segundo piso ascensor,
No hay porteros ni vecinos
Adentro cocktail y amor”

Así empieza un famoso tango interpretado magistralmente por Carlos Gardel (1890-1935) cantor de origen francés (hay biógrafos que lo hacen uruguayo), enorme figura popular, esencial en la difusión y establecimiento del tango. Hace referencia al número oficial de un domicilio (348) y al nombre Corrientes, famosa avenida del Buenos Aires bohemio de principios del siglo pasado (aroma a vino tinto en el ambiente y canto de dramas existenciales, acompañado de las quejumbrosas notas salidas de las cuerdas del bandoneón.
Han pasado más de 100 años y la avenida Corrientes conserva su nombre original ¿quién se atrevería cambiarlo? como tampoco podemos imaginar que alguien intente hacerlo con el Paseo de la Reforma de la CDMX o a Champs Elysées de París, lo cual confirma que los nombres de las calles transmiten los valores sociales, políticos y culturales de la época, ligados a personajes, instituciones y eventos que tuvieron méritos suficientes para ser perpetuados como parte de la historia de la ciudad.
Con todo y el enorme peso de la tradición que subyace en la nomenclatura urbana, actualmente en casi todas las ciudades (Hermosillo una de ellas) ha perdido profundidad y fortaleza como una distinción que honra y perpetua al homenajeado y en algunos casos ha caído, tristemente, en la categoría de lo que tiene fecha de caducidad.
Dos casos son ilustrativos en el ámbito local: La avenida y boulevard Luis Donaldo Colosio Murrieta la cual anteriormente llevó el nombre del Ing. Norberto Aguirre Palancares y originalmente se llamó avenida Yucatán. El otro caso es excepcional ya que la autoridad municipal tomó la decisión de cambiar el nombre del Boulevard Solidaridad por el de Boulevard Samuel Ocaña García, exgobernador del estado (1979-1985) y éste, mediante un escrito agradeció la distinción, y al mismo tiempo solicitó encarecidamente que no se ejecutara lo acordado por el Cabildo.
“Y todo a media luz” es el título del tango de cuya letra trascribí arriba el primero de sus versos; dicho título me lleva a recordar al Lic. José de Jesús Navarrete, apreciado amigo ya fallecido, quien en una ocasión me entrego copia de una propuesta de su autoría, dirigida al Cabildo, consistente en un “Reglamento de Nomenclatura” que buscaba se clarificaran los procedimientos para la asignación o cambio de nombres y número oficial de los espacios, vialidades y edificios públicos.
De la iniciativa del Lic. Navarrete ya hace más de 30 años y en su tiempo, me consta, no caminó; hoy busqué en la página del gobierno municipal si en fecha posterior se reglamentó y no encontré nada al respecto. Tal vez sí se hizo, aunque no aparece en la larga lista de acuerdos, reglamentos y leyes que se incluyen en la página del Ayuntamiento: https//www.hermosillo.gob.mx
La nomenclatura en sus distintas aplicaciones proyecta mucho de la cultura y la identidad de la ciudad, y a la vez, afirma sus valores y vocación democrática, siempre y cuando las decisiones de asignación se basen en un orden reglamentario consensado y transparente.
A contrario sensu, hacerlo circunstancialmente y a media luz, le resta relevancia.
Queda tela de donde cortar…
Ex rector de la Universidad Kino
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