Ciencia y sociedad

... Siguiendo con la identidad urbana...

"Cuando pido una opinión sobre Hermosillo el balance siempre tiende a ser negativo..."

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La identidad, con personas o cosas, se tiene que trabajar, no es producto de la “generación espontánea”. Comienza, en la mayoría de los casos, con un “me gusta”, con un interés, resultado de enumerar, consciente o inconscientemente, sus atributos que se identifican con nuestro gusto y sentir. Un ejercicio interesante al que le tenemos que dedicar tiempo. Y cuando lo hacemos y los resultados son buenos empezamos a quererlo En este caso me refiero a la identidad con la ciudad donde vivimos: Hermosillo.

Cuando pido una opinión sobre Hermosillo el balance siempre tiende a ser negativo, ya que se empieza por enumerar todo lo malo sin dejar espacio para lo bueno, tal vez porque se desconoce todo lo bueno que posee nuestra ciudad. Para empezar a generar identidad con Hermosillo necesitamos que nuestra ciudad sea una ciudad ordenada, una ciudad limpia, una ciudad iluminada, una ciudad con ciudadanos amables y respetuosos, una ciudad con gobernantes y funcionarios inteligentes y honestos, una ciudad con todos los servicios públicos de primera, una ciudad donde no se confunda cantidad con calidad ni eficacia con eficiencia. Tenemos todo para lograrlo. En mucho, es cuestión de voluntad. No nos la podemos pasar quejándonos del clima extremoso y del exceso de tráfico que nos agobian porque ambas cosas no las podemos cambiar, así seguirán irremediable y permanentemente.

Tal vez señalar las cosas buenas de nuestra ciudad nos resulte difícil y extenuante, porque no estamos realmente convencidos de que lo sean. Para mí, Hermosillo tiene un componente sentimental muy fuerte porque he tenido una buena vida desde que llegue allá en los setenta. En aquel entonces, el escenario urbano era completamente diferente al caos escénico en el que nos desenvolvemos cotidianamente ahora. Aun así, mantiene sus bulevares, su centro histórico, su Cerro de la Campana y el acceso al mirador, el campus de nuestra Alma Mater, sus construcciones centenarias, los ubicuos dogos y las múltiples taquerías de primera, sus colonias populares en las faldas de los cerros, la fascinante historia del Country Club, su molino de trigo, la cercanía de Kino y los pueblos de la sierra cuyos habitantes se vuelcan al centro comercial los fines de semana.

Desde hace años, muchos incluso, me he dedicado a “cazar” con mi cámara fotográfica y con mi celular, toda clase se expresiones urbanas a bordo de mi bici, de mi auto o haciéndole al peatón últimamente. Tengo documentado gran parte de Hermosillo en dos series fotográficas que he nombrado “Muralina Urbana” y “Por las Calles de Hermosillo”. En la primera, he captado los murales que se distribuyen en toda la ciudad, en el centro, colonias, barrios, senderos, colinas, canales, escuelas, y universidades. La contabilidad de ellos anda alrededor los1,000 (tal vez, mas). Se adivinan verdaderos artistas en algunos de ellos. “Por las Calles de Hermosillo”, capta los sentires de nuestra gente, su poesía, las consignas políticas y protestas, anuncios y hasta ofertas. Mucho le he dedicado al detalle de tanto edificio histórico, algunos en excelente estado, otros a punto de colapsar. Ambas series encierran nuestra riqueza urbana, popular, cultural y artística. Conocer Hermosillo en detalle, generará esa identidad que tanto necesita nuestra ciudad. Conocer para querer; querer para cuidar. Así forjaremos nuestra identidad Hermosillense, no hay otra.

(rpacheco@ciad.mx /                         @rpacheco54)

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Ramón Pacheco

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