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¿Adam Smith en China?
"Las aportaciones que Smith hace son muchas y abarcan diversos campos específicos como la división del trabajo, la teoría del valor..."

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El año próximo se cumplirán 250 años de la publicación de la que quizá sea la obra más influyente en el terreno de la economía que se haya publicado hasta hoy. Me refiero al trabajo del economista escocés Adam Smith “Investigación sobre la Naturaleza y Causa de la Riqueza de las Naciones”. Por su contribución en esa obra al autor se le conoce como el “padre de la economía modera”.
Las aportaciones que Smith hace son muchas y abarcan diversos campos específicos como la división del trabajo, la teoría del valor, el libre comercio, la competencia, el comercio exterior, entre otros. Pero quizá por lo que más se le conoce es por su afirmación de que el individuo, actuando en condiciones de libertad y de competencia libre, al perseguir su propio interés en cualquier actividad productiva que realice, contribuye de manera indirecta al bienestar general de la sociedad. Es a lo que se ha dado en llamar como la teoría de “la mano invisible del mercado”.
No pretendo desglosar aquí la obra de Smith ni mucho menos, solo comentar algo relacionado con su visión del libre comercio y de los efectos de las políticas de los aranceles que están hoy tan de moda una vez que Trump ha hecho oficial la guerra comercial.
Adam Smith decía que, así como el artesano se beneficiaba al especializarse en una actividad y vender a los demás el producto de su trabajo mientras compraba a otros el resto de los bienes que necesitan, los países podían maximizar su beneficio al producir aquello en los que tenían ventajas (naturales o adquiridas) y venden sus excedentes a otras naciones y comprar los productos en los que los otros son más eficientes.
De esta manera los habitantes de ambas naciones se benefician al adquirir más bienes a precios más baratos. Por ello Smith fue un fiel defensor del comercio libre.
Para él los aranceles tienen un efecto distorsionador del mercado. “Los aranceles altos y las prohibiciones inducen al pueblo a emplear capital en producir en el propio país lo que podrían comprar más barato en el extranjero. Este procedimiento es tan insensato para una nación como para un individuo (…).”
En cuanto al papel del Estado, Smith pensaba que debía tener un papel muy activo en la producción de bienes públicos (justicia, seguridad, infraestructura) y en la regulación de aspectos como la protección de los derechos de propiedad y la prevención de prácticas monopólicas.
Mucho tiempo ha pasado desde que se publicó la obra de Smith y ha sido muy polémica en diversos momentos. Se le ha criticado tanto por razones nacionalismo, soberanía como por la inexistencia en la práctica de la libre competencia, pero no por su certeza en la racionalidad económica que implican los mercados y su efecto en la asignación de los recursos.
Con su guerra comercial Trump revive los argumentos mercantilistas que Smith combatió y refutó hace dos siglos y medio. Ha decretado aranceles al mundo para obligar a las empresas a que produzcan en Estados Unidos lo que es más barato producir afuera y forzará a los consumidores de su propio país a comprar a precios más altos los mismos bienes. Esa es su manera de hacer a Estados Unidos grande otra vez (Make America great again).
La guerra comercial que se ha desatado es claramente una situación de “perder-perder”. Todo mundo pierde: los países como México, Canadá, China, Europa, que le venden a EU, pero también los consumidores y empresas de su propio país.
Estados Unidos fue el defensor número uno del comercio libre después de la Segunda Guerra Mundial y el principal impulsor de la globalización una vez que colapsó la Unión Soviética.
Sin embargo, hoy, en la era de Trump, se ha convertido en el defensor del proteccionismo y del aislacionismo, mientras que China ha pasado a ser el principal impulsor del libre comercio.
La semana pasada se realizaron dos foros internacionales muy relevantes, ambos promovidos por China, y que pasaron desapercibidos en Occidente. Uno tuvo lugar en la isla turística de Boao en el Mar de China, a la que algunos llaman “el Davos de Asia”, al que asistieron más de dos mil delegados de sesenta naciones. El otro se realizó en Pekín y contó con la presencia selecta de ochenta altos ejecutivos de empresas multinacionales, incluyendo a Tim Cook, de Apple, y Ole Kallenius, de Mercedes Benz.
En ambos foros los representantes del gobierno chino repitieron lo que desde 2017 Xi Jinping ha mencionado en diversos foros. “Debemos salvaguardar el sistema de libre comercio y oponernos con determinación al proteccionismo comercial y de inversiones” dijo en su discurso el viceprimer ministro chino Ding Xuexiang, en el foro de Boao.
Mientras tanto, en Pekín, en el llamado “Foro de Desarrollo de China”, el primer ministro chino, Li Qiang afirmó “Si el mundo vuelve a la ley de la selva, será un paso atrás en la historia” refiriéndose a la guerra arancelaria que ya se veía venir y que Trump oficializó el dos de abril.
Por otro lado, el director ejecutivo de BMW, Oliver Zipese, que asistió al foro de Pekín, declaró al periódico El País: “La incertidumbre nunca es buena para los negocios, el mundo está completamente globalizado. Las cadenas de suministro nos conectan y valoramos la estabilidad que tenemos en China.”
Estamos viendo el mundo al revés. Parece que Adam Smith ha renacido, pero ahora vive en China.

Sigue a Manuel Valenzuela Valenzuela