Ciencia y sociedad
Ayer y hoy ¿Alguna diferencia?
"En ella se captura un sentimiento de desesperanza y hastío vital, donde la vida se presenta como una sucesión de días iguales, sin novedades ni emociones. "

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Título que evoca aquella expresión de Bécquer: “Ayer como ayer, hoy como hoy”. En ella se captura un sentimiento de desesperanza y hastío vital, donde la vida se presenta como una sucesión de días iguales, sin novedades ni emociones. Vivimos tiempos intensos, aciagos, entre las medias verdades y las mentiras plenas; con días colmados de actividad, inciertos unos, fallidos otros, exitosos algunos; confusos tal vez, repletos de información carente de un análisis de fondo. La violencia, la inseguridad, la pobreza, la migración, la indigencia, las riñas en el coliseo llamado Senado y los viajes intercontinentales pagados delincuencialmente con dinero público, inundan diarios, noticiarios y redes sociales. Los elocuentes y retóricos discursos, domingueros se les decía antes, no se hacen esperar, ni mucho menos la avalancha de promesas por un Sonora y un México mejor y más próspero para todos pero que no lo dejan llegar. Tal vez por ello el discurso político siempre es en tiempo futuro, para un mañana y no en tiempo presente, para un hoy. No hay compromiso, pues. La incertidumbre del futuro.
Nuestro Estado sigue siendo un crisol donde viven, se funden y amalgaman los componentes dialécticos de una sociedad que se niega a madurar. Todo el País se encuentra ante una encrucijada de la cual derivará su quehacer cercano. Hay que irnos preparando para las eventualidades varias y dejar de ser cada vez menos actores sociales y transformarnos en los autores de los nuevos escenarios que definirán nuestro porvenir como sociedad y nación.
La acción ciudadana debe manifestarse cada vez más y de manera propositiva, proactiva, organizada y responsable, con una visión social integrada y un accionar político consecuente y de valor, alejado de la mentira. Tenemos que echar a andar los mecanismos para recuperar la democracia forjada con historia y que ha sido mancillada desvergonzadamente desde el 2018 por esos falsarios pseudoizquierdistas. Sabemos que hay un alguien, mejor dicho, un par, frente al Zócalo, que se afana diariamente en continuar destruyéndola junto con su ejército de lacayos trasnochados en el movimiento y en las Cámaras, para quienes con solo mencionar al pueblo ya es hablar de izquierda.
Mas localmente, Sonora y en particular nuestra ciudad capital, adolecen de problemas que debieron resolverse desde tiempos muy pretéritos no obstante se han atendido una y otra vez con acciones de nula inteligencia. Entre los más sintomáticos y representativos pudiésemos mencionar el abastecimiento de agua y energía eléctrica ambos limitativos para una vida digna. Entonces viene la pregunta de siempre: ¿Qué les pasa a los gobiernos en turno? ¿Sabrán qué hacer? ¿Han tomado las mejores decisiones? ¿Han contratado a los mejores? ¿Han recurrido a los expertos en estos temas en universidades y centros de investigación del Estado? Cada pregunta debe tener, necesariamente, su respuesta, pero el resultado sigue siendo el mismo. Los problemas persisten y ya cansan.
Nuestros gobernantes son muy presuntuosos, siempre presumiendo del “por primera vez en la historia”, “lo nunca antes visto”, “los cientos y miles de millones para allá y para acá”, “los miles de nuevos empleos”, etc. Me pregunto: ¿Por qué no transitan por las calles y avenidas citadinas para que se empapen de realidad? ¿Y los indigentes? ¿Y los niños/as de la calle? ¿Y la rampante inseguridad? ¿Y el tráfico agobiante? La historia no se construye en sus refrigeradas oficinas señores, sino con el “golpe a golpe” (y con el verso a verso también) por los caminos de la realidad, y la realidad hermosillense duele y harta.
El colmo, y casi de última hora, a este gobierno estatal morenista se le viene el mundo encima cuando funcionarios y familia de primer orden están siendo involucrados por sus malos procederes de alto impacto. Con que cara hablan todos ellos de transformación; tal vez, pero solo tal vez, sea su transformación financiera personal lograda por generación espontánea. Es nuestra responsabilidad encontrar y contar con “nuevos” y mejores líderes; con nuevas, comprometidas y competentes mentes. ¿Un nuevo partido?; tal vez, pero con aquellos que no son atrapados por “el canto de las sirenas”.
Y para terminar, el generar nuevas inercias cargando lastres de antaño es prácticamente imposible por más imaginativo que sea el discurso. Como se dice por ahí: “que no se nos conozca por lo que decimos sino por lo que hacemos”.

Sigue a Ramón Pacheco Aguilar