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Cambiantes perspectivas de la economía mundial

"Esta semana se dio a conocer el reporte “Perspectivas de la economía mundial”...."

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Aunque solo una parte de los aranceles generalizados que ha anunciado Trump ha entrado en operación, sus consecuencias ya se empiezan a reflejar en las perspectivas de la economía global.

Esta semana se dio a conocer el reporte “Perspectivas de la economía mundial” (World Economic Outlook), que cada trimestre publica el Fondo Monetario Internacional. En este se prevé una disminución del crecimiento del PIB global, de 3.7 (reporte de enero) a 2.8 por ciento (reporte de abril) para 2025. Para México la estimación la reduce de 1.5 a un -0.3 por ciento. Es el único país para el que el FMI prevé un crecimiento negativo del producto.

El elemento central que explica el cambio tan brusco en las previsiones de crecimiento de la economía global entre enero y abril es la política arancelaria anunciada por Donald Trump a partir de su llegada al poder y la incertidumbre que ello ha provocado en todos los mercados.

Más allá del ajuste en las tasas de crecimiento del PIB global y de los países en particular, así como de la inflación, la importancia de este reporte de abril es uno de los primeros documentos que analizan desde una perspectiva más profunda las implicaciones de las políticas comerciales de Donald Trump. 

La prensa ha destacado principalmente los números de las estimaciones a la baja en el crecimiento del producto y el freno en la tendencia a la baja que venía registrando la inflación mundial, sin embargo, vale la pena revisar a fondo el reporte completo para comprender mejor lo que está sucediendo, así como para vislumbrar los escenarios que se nos presentan hacia el futuro en el corto y mediano plazo.

El reporte anota que cuando la economía mundial apenas estaba recuperándose de los choques externos que representaron fenómenos como la pandemia del Covid-19, la invasión rusa a Ucrania y la guerra en Medio Oriente, y empezaba a crecer a ritmos aún lentos (3.3 por ciento en 2024), pero con una perspectiva ascendente, se enfrenta ahora un giro brusco que implica la política arancelaria de Trump que ha llenado de incertidumbre a los mercados.

Se trata de un choque tanto de oferta como de demanda que impacta de manera simultánea, pero diferenciada a los países. 

Para los que imponen los aranceles se trata de un choque negativo a la oferta, ya que implica una reasignación de recursos a sectores no competitivos que tendrán un impacto negativo en la productividad agregada, lo que se traducirá en menor actividad, costos de producción mayores y precios más altos.

Por otro lado, para los socios comerciales, los aranceles constituyen un choque negativo a la demanda, ya que impactan a la demanda externa (exportaciones) al alejar a los clientes foráneos de los productos que se comercializan. 

De esta manera, a nivel agregado en la economía mundial, la guerra comercial implica tanto un choque de oferta como de demanda, y -de preservarse en el tiempo- ambos repercutirán tanto en los niveles de producción como en el nivel de precios Se trata en esencia de un juego de perder-perder, aunque en el corto plazo pueda traer algunos beneficios temporales a los países que impongan las tarifas en la disminución de sus déficits comerciales. A la larga sus economías serán menos competitivas y sus consumidores pagarán el costo.

La actual guerra comercial tiene una complejidad adicional según el reporte. En la actualidad las cadenas de suministro son muy complejas por el grado de internacionalización que han alcanzado. Hoy una buena parte de los que se exporta no son productos terminados sino insumos, mismos que suelen pasar por varios países antes de llegar al consumidor final como producto terminado. Esto hace que la aplicación de aranceles a la importación tenga un efecto multiplicador tanto en los precios como en las distorsiones que le genera al mercado. 

Los efectos finales que esta guerra comercial traerá dependerán de su duración y de los nuevos arreglos a los que llegue para que rijan las relaciones comerciales internacionales de ahora en adelante.

En los inmediato, las empresas pondrán en pausa sus nuevos proyectos de inversión hasta que haya nuevas reglas y que se garantice que serán respetadas y perdurables en el tiempo. 

Mientras tanto, su inversión será la mínima necesaria para abastecer a sus mercados seguros. En resumen, se espera un impacto a la baja en los niveles de inversión privada, lo que impactará en el mismo sentido a la producción.

También es previsible observar cambios en el sistema financiero. Las instituciones habrán de reexaminar las condiciones del crédito que otorgarán a las empresas en función de la exposición al riego de estas en el nuevo entorno de incertidumbre. Por tanto, es previsible menos crédito y más caro, lo que también juega en contra de la inversión, el empleo y la producción.

¿Qué esperar entonces? Hay dos escenarios: uno, que la situación empeore si la guerra comercial perdura, en cuyo caso los efectos negativos se amplificarán. Y dos, que se logre un acuerdo, por lo menos temporal, para detener la escalada y discutir conjuntamente las nuevas reglas que regirán el comercio mundial, mismas que deberán ser aceptables para todos. En este caso los efectos negativos podrían ser minimizados. 

El problema es convencer al señor de cabello amarillo de la Casa Blanca de que se ha equivocado y que debe dar marcha atrás.



 mvalenzu55@yahoo.com.mx

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Manuel Valenzuela

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