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El problema crónico del bajo crecimiento

"Lo cierto es que nuestro país enfrenta problemas estructurales que se vienen gestando de tiempo atrás ..."

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En el contexto de incertidumbre que rodea a la economía global debido a los aranceles de Donald Trump y donde muchas de las verdades que se creían incontrovertibles en cuanto a las políticas económicas de han puesto en duda, es fácil caer en la creencia de que todos los problemas que enfrenta la economía mexicana se deben a factores externos, especialmente a política arancelaria del presidente de los Estados Unidos.

Lo cierto es que nuestro país enfrenta problemas estructurales que se vienen gestando de tiempo atrás y que, aunque se restablecieran las condiciones anteriores a llegada de Trump al poder, los problemas persistirían. Uno de ellos es el tema del crecimiento raquítico que ha experimentado la economía mexicana desde hace por lo menos un cuarto de siglo.

En un reciente ensayo de Santiago Levy (blog de la revista Nexos) titulado “Dos Méxicos: ¿nuevo camino o década perdida?  Se analizan los grandes desafíos que enfrenta la economía mexicana, uno de los cuales es el crecimiento sostenido. Se trata de un trabajo serio, bien documentado y muy interesante que recomiendo leer con detenimiento.

Ciertamente la economía mexicana se enfrenta hoy a una situación externa muy desfavorable que afecta las perspectivas de inversión, de empleo y, como consecuencia, la demanda agregada y el crecimiento. Sin embargo, la incapacidad de crecer a tasas significativamente por encima del crecimiento de la población es un problema crónico que arrastramos desde hace por lo menos tres décadas.

De acuerdo con datos que nos muestra Levy en su ensayo, el crecimiento del producto per cápita en México fue de 0.41 por ciento en el periodo de 2001-2018, y de 0.15 por ciento de 2019-2024. Se trata de una incapacidad crónica para crecer sustancialmente, tan fuerte que ni siquiera el impulso del sector exportador que le dieron el TLC y el T-MEC pudieron revertir. Los gobiernos de la Cuarta Transformación han agravado el problema, pero no es inexacto decir que lo crearon.

De acuerdo con el planteamiento de Levy, hay un problema estructural que enfrenta la economía mexicana que ni los llamados gobiernos “neoliberales” pudieron resolver, mucho menos los más recientes de la 4T. Un problema que no viene de fuera, ni de las políticas arancelarias de Trump que ciertamente lo agravan, sino que es interno y tiene que ver con la baja productividad. 

El problema está vinculado a la estructura productiva que tenemos y que nos ha llevado a tener dos Méxicos: uno pujante y el otro estancado. Esta estructura no se ha cambiado ni en los gobiernos liberales ni en los de la autollamada 4T. 

Para llegar a esta conclusión, Levy analiza los tres factores del crecimiento: la expansión del capital físico (fábricas, equipos, maquinaria, infraestructura); la cantidad y calidad del capital humano (población en edad de trabajar, educación, capacitación, servicios de salud, vivienda, etc.); y la productividad (eficiencia con la que se usa el capital físico y humano disponible).

En función de esos factores, Levy concluye que tenemos dos Méxicos diferentes: uno pujante, en el que existen empresas de alta productividad generalmente asociadas al sector exportador; y otro estancado, donde existe una gran cantidad de empresas familiares o muy pequeñas, la mayoría de las cuales están en la informalidad, carecen de acceso al crédito y con trabajadores sin servicios de seguridad social. Estas empresas son de muy baja productividad.

En México el 50 por ciento de la fuerza laboral son trabajadores por cuenta propia o se ubican en empresas pequeñas con menos de cinco trabajadores, y los establecimientos de este tipo representan el 90 por ciento del total. 

A final de cuentas la productividad de un país es el promedio de la productividad de todas sus empresas, por lo que, con una estructura productiva como esta, es muy difícil incrementar la productividad y por ende crecer a tasas mayores. Mientras no se ataque frontalmente este tema, no resolveremos el problema del crecimiento, aunque regresaran las condiciones favorables del sector externo.

 Levy no se extiende en la descripción detallada de las políticas públicas que podrían ayudar al propósito de integración de los dos Méxicos, pero si deja esbozadas algunas que tienen que ver con: promover e impulsar la integración de las empresas micros y pequeñas en sociedades anónimas que les permitan acceso al crédito, adquirir equipos y mejorar sus instalaciones, mejorar el servicio, registrar a sus trabajadores al IMSS e integrarlos a la seguridad social, entre otras. 

Menciona también la necesidad de cambiar la visión de la política de aseguramiento social, de la que hoy se tiene de dar servicios por separado a los empleados y a los desempleados, a otra cuyo objetivo sea integrar a todos a un solo sistema de seguridad social a partir de la empleabilidad, previendo un seguro de desempleo. 

Durante mucho tiempo se ha pensado que el problema del crecimiento se resuelve solamente a través de la inversión, pero la historia demuestra que ello es insuficiente. En los últimos 25 años las tasas de inversión han rondado entre el 22 y 23 por ciento del PIB, ¿qué nos hace pensar que aumentarán de la noche a la mañana a 30 o 35 por ciento? Nada, mucho menos en las condiciones actuales.

Para Levy el reto fundamental para enfrentar el problema del crecimiento es aumentar la productividad, algo que ni los “neoliberales” de antes ni los “neoconservadores” de hoy han podido hacer. 


 mvalenzu55@yahoo.com.mx

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Manuel Valenzuela

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