El lado bueno de

Escandaloso es que algo así, ya no escandalice

"La mañana del 28 de febrero de 1993 un hecho sin precedentes escandalizó a Hermosillo, a Sonora y a todo México...."

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La mañana del 28 de febrero de 1993 un hecho sin precedentes escandalizó a Hermosillo, a Sonora y a todo México: Eran las 9:00 de la mañana cuando un agente de la Policía Judicial Federal (PJF) cobró la primera de seis vidas en un terrible y violento suceso al cual se le denomino “Domingo Rojo”, jornada inédita que significó condena de 40 años de prisión para el autor del desaguisado. No hubo impunidad, la justicia fue rápida y expedita.

A 32 años de aquél hecho, el pasado 8 de marzo el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco que se dedica a rastrear personas que han desaparecido por la violencia en el país, localizó en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, a una hora de Guadalajara, un lugar que operó por tiempo indeterminado como "centro de reclutamiento y exterminio".

Tres décadas han sido suficientes para alterar significativamente la “capacidad de asombro social”. Sin dejar de lamentar ni restarles importancia a los crímenes del “Domingo Rojo”, lo del Rancho Izaguirre arroja más preguntas que respuestas: 

¿Cómo explicar que semejante atrocidad unida al hecho de que existen campos similares en otras entidades del país, sea una nota informativa más y no una explosión de indignación general?, ¿Acaso la apuesta es a que se normalice, que se haga nota vieja para que sea desplazada hasta los confines del olvido? ¿Se mandará al archivo de los casos pendientes, o que se “investigue hasta llegar a las últimas consecuencias y dar con los responsables para que no haya impunidad”? ¿Son el Rancho Izaguirre y otros centros similares apenas la punta del iceberg? 

La Real Academia Española (RAE) define el crimen de lesa humanidad (CLH) como “un delito que se comete contra la población civil de manera generalizada o sistemática. También se considera como tal cualquier acto que viole las normas fundamentales del derecho internacional”.

Sin que los centros de exterminio sean literalmente (CLH), son actos atroces que atentan contra la dignidad de las personas, con pleno conocimiento del procedimiento, en forma premeditada, alevosa, voluntaria y con propósitos definidos. 

El “estado de cosas” que caracteriza al inframundo de las conductas antisociales, criminales y perversas, va de acuerdo con el avance de la secularización y el materialismo que tiene profundas raíces de alcance internacional. 

A pesar del avance desbastaste de la ideología Woke, una parte importante de la población mexicana aún conserva, cree y defiende el valor intrínseco y la dignidad de la vida humana porque considera que siendo ésta un don sagrado de Dios, merece ser protegida y respetada en todas sus etapas. 

No es la intención abrir aquí un debate que busque descubrir víctimas y victimarios (eso corresponde a las autoridades) sino simplemente señalar que existen focos emisores de descomposición social e insistir en la importancia de que se profundice la búsqueda de los medios para vencer la omisión y la indiferencia, tanto la oficial como la de sectores del tejido social

Pugnar por que se superen los prejuicios y motivos políticos, raciales, culturales, religiosos, ideológicos, para que tanto gobiernos como sociedad civil se apliquen a diseñar y operar eficientemente políticas públicas y apoyos subsidiarios a las organizaciones que promueven el bien común, como única vía para restituir la capacidad de asombro del tejido social que, por ahora parece no moverse, ni conmoverse ante hechos que siendo de suyos escandalosos, no escandalizan.

Queda tela de donde cortar…



Ex rector de la Universidad Kino

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Hector Vazquez

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