Ciencia y sociedad

¿Existirá? ¿Cuándo?

"Un camino hacia una democracia de verdad y no aquella irreal construida con los muchos hijos de Gepeto que deambulan por doquier."

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Me pregunto si en algún lugar, en algún país, existe la verdadera identidad de los gobernados con sus gobernantes. No viene a mi mente algo que pudiese ser semejante. Dicen que en la política todo se vale y puede y si no, para eso está la estadística y sus 1000 formas de mentir, convirtiendo lo falso en verdad con solo cambiar el nivel de significancia. Pocos, entre ellos los gobiernos, pueden resistir ese encanto, esa tentación.

Aquí, en nuestro país, la buena gobernanza se ha querido identificar, falsamente, con la de los países nórdicos/ escandinavos, esos que se identifican con la filosofía política de la socialdemocracia que se basa en los postulados de lo que fue la segunda internacional como sustento teórico-práctico. De pronto, Dinamarca se convirtió en el modelo a seguir, pero también Noruega, Suecia y Finlandia. Lejos, muy lejos estamos de ello.

La gobernanza la hemos venido perdiendo día a día desde hace siete años cuando los de hoy llegaron a Palacio Nacional llevándose aquellos 30 millones de votos crédulos e ingenuos que han sido su buen escudo, aunque últimamente con abolladuras múltiples. Nuestro País se desdibuja, se agota, se asfixia en la mentira, en la destrucción institucional, en el incremento de la ignorancia y descrédito, en la simulación de una supuesta transformación que nunca llegará porque no saben de qué se trata. Esa transformación nació corrupta y convenenciera. Nos han salido caros estos populistas conservadores derechistas y mentirosos que se dicen de izquierda. Se autoprotegen, pero día a día se exponen más y más.

No estoy cansado ni decepcionado del gobierno pues no formé parte de los 30; estoy simplemente harto. Mi dilatada capacidad de asombro tiende a agotarse.

¿Qué opciones tengo? Seguramente no soy el único en esta penosa situación. Un gobierno que se dice democrático debe dar la bienvenida, respetar y hasta aprender de la oposición. Quien no sepa este fundamento de la política es un dictador en potencia. Algo así nos está sucediendo, no podemos solo verlo suceder.

¿Qué hacer contra la violencia y la represión oficial que se manifiesta descaradamente por todo el País ahogando cualquier expresión independiente? ¿Un nuevo partido, con caras conocidas, será una buena opción para enderezar todo lo oblicuo? No lo creo, con ellos no. Sería un poco más de lo mismo, un paliativo, un lavado de conciencia para algunos de ellos por no haber hecho las cosas cuando se tuvo la oportunidad. ¿Entonces, habrá que seguir esperando o, tal vez, convertirnos en mejores observantes de la segunda ley de la termodinámica?

Nuestro País será grande cuando cada uno de nosotros lo seamos y dejemos a los falsos y traidores a la vera del camino y así tengamos un mejor tránsito hacia el progreso económico y bienestar social que sigue tardando en llegar. Un camino hacia una democracia de verdad y no aquella irreal construida con los muchos hijos de Gepeto que deambulan por doquier. Y para terminar me pregunto nuevamente: ¿Existirá en nuestro País identidad nacional con su gobierno?

¿Cuándo será eso?

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Ramón Pacheco

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