Ciencia y sociedad

Hermosillo y su ausente identidad actual

"En aquel entonces contaba con una población de tan solo 210,000 habitantes..."

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Con casi un millón de habitantes, Hermosillo es nuestra ciudad, la capital de nuestro estado, la ciudad donde vivimos pero que poco conocemos. Por eso muchos hermosillenses no se expresan bien de ella, que pena, por cierto, No soy hermosillense de nacimiento sino por adopción. Llegué para quedarme en aquel lejano 1973. Desde entonces supe que aquí me quedaría. Me enamoré de ella en cuanto me bajé del Tres Estrella de Oro. ¿Pero, por qué? Pues tal vez porque parte de mis raíces familiares son sonorenses, sahuaripenses para ser exacto.

En aquel entonces contaba con una población de tan solo 210,000 habitantes. Era pequeña, placida, amigable y con mucha identidad. Era una ciudad que sin decirlo invitaba a recorrerla, a conocerla; y así, me inicie como un curioso andariego por sus calles, avenidas, bulevares, colonias y barrios, mientras cursaba aquellas dolientes, pero interesantes, materias en mi formación como Químico-Biólogo en la Universidad de Sonora.

Recuerdo que me gustaba escuchar la radio. En ella, mucho Serrat, mucho Cabral, mucho Cortéz, mucho Perales, mucho Milanés, mucho Rodríguez, mucho Sosa, que por alguna razón abandonaron la ciudad súbitamente dejándonos una radio, inerte y barata, misma que hasta hoy sufrimos.

Considero una responsabilidad, aunque debiera ser un gusto, el conocer la ciudad donde uno vive. Solo así, conociéndola, podríamos llegar a quererla, a amarla; y solo así, también, ser capaces de cuidarla como si fuera una relación interpersonal, ni más ni menos. Con los años perdió su candidez urbana y social y adoptó comportamientos de una ciudad adulta sin realmente serlo. Su crecimiento llego entrópico y desorganizado.

Hermosillo creció tanto que su gente dejo de encontrarse, de conocerse, de saludarse, de escucharse, de hablarse, de entenderse; así, como desconocidos en su propia casa. Una metamorfosis kafkiana de la noche a la mañana. Y entonces, llegó el desinterés y la pérdida de identidad urbana, pero también social. Ya éramos muchos y no sabíamos que hacer. 

Ahora, todo mundo se queja no solo del calorón termonuclear y de la escasez de agua, sino también del exceso de vehículos, del deterioro de las calles, de la violencia e inseguridad y de muchas cosas más. El crecimiento ha sido doloroso, sobrepasando en mucho la capacidad de los gobiernos de reestablecer aquella quietud, sin detener el avance. El ordenamiento urbano y el ecológico son los grandes ausentes en su crecimiento que no desarrollo.

Considero importante que los gobiernos estatal y municipal trabajen en recuperar la identidad con Hermosillo de todos los hermosillenses, resaltando su historia y su belleza urbana oculta en sus icónicos edificios, en sus monumentos a los héroes de nadie, en sus parques y en su centro histórico, vistiendo a la ciudad de gala nocturna, iluminando toda esa riqueza casi invisible para no dejar de voltear a verla e interesarnos en conocer su historia. Así lo hacen muchas ciudades del centro del País. Aún en momentos de crisis financiera, vale la pena el gasto que redituará como inversión, lo sé.

La identidad histórica de Hermosillo, urbana y social, esta empolvada, descuidada, maltratada. Continúa siendo ajena a muchos citadinos. Para empezar, urge poner una mega bandera en el Cerro de la Campana como generadora de esta identidad tan mencionada y tan escasa. La actual no da para ello, no se ve.


(rpacheco@ciad.mx /                         @rpacheco54)

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Ramón Pacheco

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