Un tema que he venido agitando por muchos años, tal vez lustros, pero ante la nula respuesta de quien debiese ser el actor social más interesado, el gobierno del Estado, no me queda otra que el seguir insistiendo en el tema. Veremos quien se cansa primero. Cierto estoy, no seré yo.

La ciencia y la investigación científica como actividad humana tienen dos caras; ambas, igualmente relevantes. La primera es, sin duda, la generación de nuevo conocimiento; el llamado conocimiento de frontera que permite, en su connotación más amplia, que la humanidad avance. La segunda, y tal vez la más importante para el ciudadano, es su aplicación en tiempo real como generadora de bienestar social y progreso económico. Por ello es que la ciencia, como concepto y contenido, siempre es y será constructiva.

De estos dos compromisos vitales de la ciencia, deriva el concepto de “economía y sociedad basadas en el conocimiento”, que tan insistentemente, como si fuera una moda, ha sido integrado en el discurso de todo gobernante, federal, estatal y municipal, sin falta alguna.

Así pues, con dicho compromiso incumplido en sus discursos, habrá que preguntarnos qué significado tiene para ellos/as la ciencia y, en especial, la ciencia sonorense. Sin el compromiso de los gobiernos difícil será demostrar al ciudadano que ventajas le representa la ciencia en los avatares de su vida cotidiana; como demostrarle que con la ciencia su vida debiera ser más fácil, confortable, útil y productiva. No hay forma. 

Con la consideración del caso les pregunto al gobernador del Estado, a los presidentes municipales, a los diputados que conforman la Comisión de Ciencia y Tecnología del Congreso del Estado y al Consejo Estatal de Ciencia Y Tecnología (COECYT) mismo, si saben con qué tanta ciencia cuenta Sonora. Les pregunto también: ¿Dónde se produce? ¿Cómo se produce? ¿Con qué se produce? ¿Para qué o para quién se produce? ¿Qué apoyo estatal y municipal tiene? ¿Cuál es su valor e impacto en el desarrollo estatal? Y siguen las preguntas: ¿Sería la actividad científica en Sonora una inversión o un gasto? Sin duda, nos hace falta este inventario para dar pasos firmes que permitan integrar de manera activa a la ciencia sonorense como el verdadero vector del desarrollo estatal. 

Sonora cuenta con al menos 33 instituciones de educación superior entre Universidades e Institutos Tecnológicos; en algunas de ellas se realiza investigación; muy buena investigación, por cierto. Cuenta también con siete Centros e Institutos de Investigación, con cientos de investigadoras/es miembros del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras (SNII). Contamos con una infraestructura física y un capital humano de primer nivel dedicados a la ciencia que debieran ser mejor utilizados para posicionar al Estado como una verdadera economía y sociedad basadas en el conocimiento. ¿Y luego? El escenario real es que las habilidades, capacidades y esfuerzos de los investigadores sonorenses continúan disgregados y, en su mayor parte, no identificados con las necesidades del Estado y mucho menos integrados para darles solución a las mismas simple y sencillamente porque no han sido considerados eficientemente en los planes de desarrollo estatal. Urge hacerlo; trabajemos en ello. Las dos caras de la ciencia en Sonora deben conjuntarse para generar un solo rostro, el rostro del bienestar social y el progreso económico.

Espero que la sensibilidad científica de la doctora presidenta aflore y se manifieste pronto y podamos ver los beneficios de la recién formada Secretaría de Ciencias, como parte del gobierno federal, en nuestro Estado. De igual forma, hago un llamado a los legisladores del Congreso de la Unión (diputados y senadores) para que volteen a Sonora y se interesen en como poder ayudar a la ciencia de su Estado.

(rpacheco@ciad.mx / @rpacheco54)