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La economía en riesgo
"Se da por entendido que las cosas caminan y que no representa un riesgo importante."

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De la situación económica del país se habla poco. Los titulares se los llevan casi siempre las amenazas de Trump, las corruptelas de miembros distinguidos de la 4T, la inseguridad y otros temas, pero raras veces refieren a la economía. Se da por entendido que las cosas caminan y que no representa un riesgo importante.
Sin embargo, los indicadores económicos apuntan en un sentido distinto. La economía enfrenta riesgos que deben reconocerse y tomar medidas que atiendan tanto los problemas de coyuntura como los desequilibrios estructurales que limitan el crecimiento.
Así parece reconocerlo el comunicado de la Confederación de Cámaras Patronales de la República Mexicana (COPARMEX) dado a conocer el 22 de julio. En él apunta que la economía mexicana está en franco proceso de desaceleración con el riesgo de caer en un periodo prolongado de estancamiento.
Anota que el consenso de analistas es que este año la tasa de crecimiento será de 0.2 por ciento, mientras que los pronósticos de los organismos internacionales lo sitúan en un rango de (-) 0.3 y 0.4 por ciento. Todos ellos muy lejos del optimismo de la Secretaría de Hacienda que los mantiene entre 1.5 y 2.3 por ciento. La realidad sigue caminando por un carril y los buenos deseos por el otro.
La incapacidad de los gobiernos de Morena para enrumbar al país hacia el crecimiento sostenido a ritmos que puedan absorber la demanda anual de empleo de las nuevas generaciones (alrededor de un millón de plazas) es evidente. Durante el sexenio del expresidente López Obrador la economía creció en promedio 0.8 por ciento anual, muy lejos del promedio de los gobiernos “neoliberales” de 2.3 por ciento que ellos calificaban como mediocres.
Este año la presidenta Sheinbaum presentará resultados muy pobres, de una economía prácticamente estancada y en un contexto internacional y nacional marcado por la incertidumbre. Cada vez queda más claro que no es lo mismo ser borracho que cantinero.
En su análisis de los primeros seis meses de este año, la COPARMEX señala que quizá el dato más preocupante es el comportamiento de la inversión, justamente el indicador que provoca el crecimiento. Durante este lapso la inversión fue de un monto equivalente a solo el 23 por ciento del PIB, por debajo del 25 por ciento que se considera el mínimo para crecer.
De este monto solo el 2.3 por ciento correspondió a la inversión pública y el 20.8 a la privada. En términos comparativos respecto al mismo periodo del año anterior, la caída de la inversión pública fue brutal, alcanzó el 24.3 por ciento, la menor en casi tres décadas. Más delicado aún es que la inversión fija bruta (maquinaria y equipo) ha experimentado caídas consecutivas hasta alcanzar el 9.1 por ciento.
En materia de empleo, el panorama también luce complicado. El informe comentado anota que en el primer semestre de este año se crearon apenas poco más de 87 mil puestos de trabajo asegurados en el IMSS, menos de los 100 mil que se requerirían para un solo mes, de acuerdo con lo que el mercado de trabajo demanda.
Del lado de la demanda, el consumo doméstico se ha mantenido resiliente soportado en parte por la derrama que implican las transferencias de recursos de los programas sociales y las remesas, aunque éstas disminuyeron 3 por ciento en el semestre.
En lo que corresponde a la demanda externa, las exportaciones crecieron 3.4 por ciento de enero a mayo a pesar de los aranceles al acero y aluminio y a otros productos que están fuera del T-MEC, lo mismo que a la amenaza de imponer el 30 por ciento a partir del 1 de agosto. Parece que las cadenas de valor integradas en Norteamérica se resisten a desintegrarse, aunque algunas como las exportaciones del sector automotriz cayeron 9 por ciento en términos anuales.
Si a todo lo anterior agregamos que la presión sobre las finanzas públicas crece día a día, con los ingresos limitados por el bajo crecimiento y los egresos incrementándose por la ampliación de los programas sociales (mujeres de 60 a 64 años, nuevos registros de adultos mayores, becas a estudiantes y de jóvenes construyendo el futuro), no parece haber mucho margen para el aumento de la inversión pública.
Y todavía falta el barril sin fondo que representa PEMEX para las finanzas públicas nacionales. El mismo día que la COPARMEX publicó su reporte, la SHCP anunció la emisión de “notas precapitalizadas” (instrumentos de inversión respaldadas en activos) con el propósito de captar fondos de hasta 10 mil millones de dólares para pagar vencimientos de bonos de deuda de la paraestatal.
Este mecanismo de ingeniería financiera implica la creación de un fideicomiso que adquirirá bonos del tesoro norteamericano mismos que pondrá a disposición de PEMEX para pague los bonos que vencen en 2025 y parte de los de 2026. Veremos a qué tasas de interés se colocan esos bonos, pero no hay duda de que al final es deuda nueva por lo que solo se pospone el problema e incrementa el adeudo.
La COPARMEX recomienda que el gobierno tome medidas urgentes para reactivar la inversión pública, fomentar la certidumbre jurídica y consolidar un sector energético competitivo. Sin embargo, la presidenta parece tener otros datos y realiza todo lo contrario. En estas condiciones podemos afirmar que la precaria salud de la economía representa un serio riesgo para la estabilidad financiera del país. Urge corregir el rumbo o todos sufriremos las consecuencias.

Sigue a Manuel Valenzuela Valenzuela