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La guerra comercial de EU y China

"Estamos en un proceso de largo alcance donde ambas potencias intentan disminuir su dependencia la una de la otra."

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La guerra comercial entre los Estados Unidos y China está definiendo el nuevo perfil de las relaciones de comercio de todos los países en el futuro cercano. Como parte de una lucha por la hegemonía en todos los ámbitos, la económica constituye un campo de batalla que inclinará la balanza para uno de los dos polos.

Lo que hoy sucede nos recuerda los tiempos no tan lejanos de la guerra fría entre lo que fue la Unión Soviética y los Estados Unidos en la segunda posguerra del siglo pasado hasta inicios de la década de los noventa. Pero a diferencia de aquel enfrentamiento, que se expresó como una lucha entre dos sistemas o modos de producción -el capitalismo y el socialismo- el de hoy es entre dos grandes potencias, capitalistas ambas, solo que una bajo la forma de capitalismo de estado y régimen de partido único (el Partido Comunista) y la otra gobernada por personaje surgido de una democracia, pero que gobierna como emperador.

Como sabemos, desde la primera presidencia de Donald Trump los Estados Unidos iniciaron una guerra comercial con China a través de la imposición de aranceles a los productos procedentes de ese país. Joe Biden mantuvo los aranceles impuestos por Trump e incluso amplió las restricciones en una estrategia gradual de desacoplamiento de las cadenas de suministro de sectores estratégicos del ámbito de influencia y control de China.

En este segundo mandato de Trump al frente de los Estados Unidos se intensificó la guerra comercial con la potencia asiática incrementando el nivel de los aranceles y limitando las exportaciones de bienes estratégicos, como los chips avanzados y sus componentes para fabricarlos, motores de aviones, entre otros, a China en un afán por disminuir su déficit comercial con aquel país.

El incremento de aranceles por parte de Estados Unidos ha sido generalizado, se aplica no solo han sido contra China sino contra el mundo. Su estrategia no es solo desacoplarse del país asiático, sino equilibrar su balanza comercial con todos los países con los que su país tiene déficit. Esta política ha llevado al presidente de Estados Unidos a enfrentarse con Europa, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Canadá y México, entre otros socios comerciales. Sin embargo, el verdadero rival es China.

A todos los países los ha amenazado con aranceles y aunque algunas veces los ha aplazado, los ha obligado a negociar sacando ventajas para su país. Todos los líderes mundiales se han doblado ante el iracundo Trump excepto Xi Jinping de China, que le ha mantenido el pulso y contratacado con medidas similares.

Han pasado apenas nueve meses de que Trump asumió nuevamente la presidencia y de acuerdo con la revista The Economist Xi Jinping parece estarle ganando la batalla a Donald Trump.

China ha mostrado que tiene capacidad para diversificar su comercio. Hasta septiembre de este año sus exportaciones crecieron 8 por ciento, mientras que las de los Estados Unidos cayeron 27 por ciento según datos del The Economist reportados en su edición reciente.

China parece haber detectado las vulnerabilidades de Estados Unidos y aprovechando su posición dominante en términos de potencia manufacturera tener materias primas estratégicas para el desarrollo de industrias de alta tecnología, ha tomado medidas que lastiman seriamente a la economía del país norteamericano.

En especial, tres medidas han sido particularmente efectivas para obligar a Trump a negociar: uno, las limitaciones a las exportaciones de tierras raras (elementos con propiedades magnéticas y eléctricas) que son fundamentales para la elaboración de dispositivos de alta tecnología de las que China tiene el control de su industrialización; la prohibición de comprar soja (soya) a los productores norteamericanos; y las investigaciones antimonopolio en contra de empresas estadounidenses como DuPont, Google, Nvidia y Qualcomm en el mercado chino.

Estas medidas obligaron a que Trump buscara una reunión con Xi Jinping en Corea de Sur con el propósito de des escalar por ahora la guerra comercial, aunque sea de manera temporal. Esta reunión se produjo el jueves 30 de octubre en Corea del Sur, donde Trump se retractó de aplicar el 100 por ciento de aranceles a China como lo había anunciado y en su lugar acordó bajar el nivel general que actualmente se aplica de 57 al 47 por ciento.

Por su parte, China se comprometió a seguir exportando tierras raras a los Estados Unidos y a reanudar las compras de soya a los productores norteamericanos. China también se comprometió a intensificar la lucha contra la exportación de los precursores del fentanilo.

Sin embargo, pese a que el mundo desearía que el acuerdo comercial entre Estados Unidos y China fuera permanente y se fijaran reglas para muchos años, lo cierto es que será solo temporal. A ambos conviene des escalar el conflicto por ahora, pero será solo para ganar tiempo para prepararse para la siguiente batalla.

En realidad, estamos en un proceso de largo alcance donde ambas potencias intentan disminuir su dependencia la una de la otra. Estados Unidos trabaja ya para desarrollar su propia industria de tierras raras, mientras que China está en proceso de desarrollar su propia tecnología para fabricar chips avanzados y seguir diversificando su comercio exterior para depender menos del mercado estadounidense. Se vislumbra en el horizonte un mundo dividido en esferas económicas distintas como parte de la lucha por la hegemonía.       

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Manuel Valenzuela

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