Ciencia y sociedad
Mi reflexión navideña
"Si una de las finalidades en esta vida es el que seamos felices, preguntémonos si lo somos."

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Aquí estoy nuevamente, un año menos joven, escribiendo mi anual Reflexión Navideña en la temporada del año que más me gusta, la que más disfruto, en la que intento recuperar y tratar de enmendar mis omisiones, faltas y fallas durante el año próximo a concluir.
Desde hace centurias los filósofos, tanto los presocráticos como los clásicos e incluso Marco Aurelio con sus estoicas meditaciones, nos señalaron que fuimos creados para ser buenos, felices y sabios. Tenían razón, justo como posteriormente nos lo enseñó Jesús cuyo nacimiento festejaremos en unos días como principio y base del mundo cristiano.
En estos días, de manera natural nos damos cuenta de lo afectuosos que podemos ser al manifestar los contenidos de nuestra Alma y nuestro Espíritu; los del Alma, con nuestros buenos deseos y sentimientos; los del el Espíritu, con nuestros principios éticos convertidos en virtudes. Ambos, Alma y Espíritu, constituyéndose en un todo como buenos hijos de Dios. Intento en mis reflexiones expresar algunos de mis sentires, alegrías, recuerdos, nostalgias y congojas de mi vida, tan comunes como las de todos, aunque no necesariamente iguales.
El año que concluye nos lleva a preguntarnos que hicimos durante sus días. ¿Volteamos a nuestro alrededor allí donde aún residen la injusticia, la pobreza, el abandono, el olvido, la mentira, el hambre, el miedo, la burla, el desprecio, la indiferencia y la indigencia? ¿Acaso lo hicimos? ¿Nos dimos cuenta de todo lo que no debiese existir ya o solo simulamos que lo hicimos? ¿Trabajamos para que todo ello terminara o al menos menguara, o seguimos siendo esclavos del consumismo, la prisa y la indiferencia queriendo tapar el sol con un dedo? ¿Estamos en condición de festejar la Navidad en paz y sin remordimiento alguno? Dependiendo de nuestra respuesta habremos de encontrar la justificación que nos haga sentirnos, al menos, meridianamente bien y en paz.
Todos esperamos y necesitamos de la Navidad pues su significado y contenido son un respiro en nuestro ánimo. Oportunidad para el reencuentro personal anual y la conjunción con nuestra familia y amigos. Sentimos la necesidad de verlos y estar con todos para sonreír, reír y hasta llorar. Festejar las presencias y añorar las ausencias.
Si una de las finalidades en esta vida es el que seamos felices, preguntémonos si lo somos. Yo me siento feliz. He tenido una vida buena y doy gracias a Dios por ello. Así, los componentes más importantes de esta felicidad son mis familias y mis amigos, mis recuerdos y mis nostalgias felices. Además, ahora también soy abuelito. Que feliz felicidad.
No minimicemos nuestra emoción en esta temporada; expresémosla, compartámosla. Promovamos la compañía con los nuestros y con un abrazo digámosles cuanto los amamos. Que estas alegrías sean parte de nuestra felicidad de vivir. Pero no olvidemos a los pobres del mundo; ellos nos necesitan. Levantemos nuestra voz por ellos donde quiera que estén.
Ojalá que la absurda estrategia del gobierno federal de mantener dividido a nuestro país en mexicanos buenos y mexicanos malos termine. Después de siete años hemos visto y vivido que no conduce a nada bueno. Solo pido una buena dosis de inteligencia para los funcionarios/as y que abandonen su acentuada mitomanía, en especial aquella que emerge de Palacio Nacional. Es muy difícil dar seguimiento a las mentiras. ¿Pero qué necesidad?
Les deseo una Navidad colmada de alegría y más felicidad así como un buen 2026. Nos lo merecemos.

Sigue a Ramón Pacheco Aguilar