Efecto multiplicador

Mucho más rentable la paz que la guerra

"Urge entonces desactivar el conflicto Israel-Irán."

Imagen de la columna

Publicado el

En el año 1919 el famoso economista inglés John Maynard Keynes escribió “Las consecuencias económicas de la paz, como una crítica directa al Tratado de Versalles, firmado en Francia al finalizar la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

El libro de Keynes es una obra fundamental para entender cómo las decisiones políticas tras un conflicto pueden tener repercusiones económicas duraderas y desastrosas.

Resulta que durante la segunda década del Siglo XX, Keynes fue delegado británico en la Conferencia de Paz de París tras la Primera Guerra Mundial.

Luego renunció a su cargo por desacuerdo con los términos del Tratado, que imponía reparaciones económicas excesivas a Alemania.

Keynes argumentaba que exigir al país teutónico reparaciones por 132 mil millones de marcos oro, era “económicamente inviable”.

El laureado economista comentaba entonces que el continente necesitaba reconstrucción y comercio, no castigo.

Y resulta que Keynes resultó profético, pues las duras condiciones del Tratado firmado en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, en Francia, llevaron a Alemania a la hiperinflación en el año de 1923.

La histórica inestabilidad alimentó el resentimiento social y nacionalista que facilitó la llegada de Adolf Hitler al poder.

Tales ingredientes terminaron contribuyeron al estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) década y media después.

Queda claro entonces que una paz mal diseñada en el referido Tratado, desembocó en costos descomunales para la humanidad.

Por tanto, la economía mundial, en términos sostenibles y de largo plazo, es impulsada mucho más por la paz que por la guerra, aunque en ciertos contextos específicos y a corto plazo, la guerra puede generar crecimiento económico parcial o localizado en ciertos sectores de las economías en conflicto.

¿Qué provoca la paz?

Más inversión privada, pública, extranjera y estabilidad (inflación de un dígito), gracias a que dicha coyuntura reduce la incertidumbre y los riesgos.

En este entorno tiende a expandirse el crédito y el consumo.

La confianza impulsa la planificación de mediano y largo plazo.

Obvia decir que crece el comercio internacional debido a que los países pacíficos son más propensos a firmar tratados de libre comercio, ya que es más factible una conectividad competitiva, una logística de primera y la cooperación regional.

La paz incentiva el desarrollo humano, el capital intelectual, la infraestructura y el fortalecimiento institucional. En este ambiente de estabilidad se priorizan obras públicas, redes de transporte, energías limpias, acceso digital y la justicia social.

Después de la Segunda Guerra Mundial entró en acción el Plan Marshall que fue una iniciativa de Estados Unidos lanzada en 1948 para ayudar a la reconstrucción de las economías europeas.

Éste Plan fue lo opuesto a los objetivos del Tratado de Versalles y fue todo un éxito.

En suma, debe reconocerse que la paz impulsa más y mejor la economía mundial porque crea las condiciones para el progreso sostenible, justo y distribuido. Cierto que la guerra puede mover sectores económicos de manera puntual, pero lo hace a un altísimo costo humano, financiero y ambiental. Además, el alcance de ‘los beneficios económicos’ de la guerra es de corto plazo.

La paz es más barata que la guerra… y mucho más rentable.

Urge entonces desactivar el conflicto Israel-Irán.

 

jvillegas@correorevista.com

Twitter: @JvillegasJavier

 

 

 

 

 

 

¿Te gustó este contenido?
Javier Villegas

Sigue a Javier Villegas Orpinela