El lado bueno de

Sucedió en el Parque Madero

"El motivo del debate era por un espacio de área verde cercada con plástico negro..."

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Me llegó sorpresivamente un video con el “intercambio de pareceres” entre un funcionario municipal y una decena de integrante del grupo “Vigilantes del Parque Madero”; el bajo nivel del audio no me permitió entender la totalidad del diálogo, sino solo la narración de quien gravaba lo que acontecía en el bello espacio público del mencionado parque al que se le reintegró su valor funcional para goce y disfrute de la nueva generación de niños y familias hermosillenses, algo que dejó de brindar desde los años setenta.

El motivo del debate era por un espacio de área verde cercada con plástico negro, en la cual está por iniciarse la construcción de locales comerciales, contraviniendo con ello, según los vigilantes, el acuerdo de que dicha obra sería desplantada sobre una superficie de concreto ya existente para no afectar la parte destinada a los árboles y las plantas.

Aun sin entender lo que decían los actores, se apreciaba que el diálogo transcurría por carriles de mesura y respeto mutuo, salvo algunos señalamientos de quien narraba, ya que según dicha persona el beneficio de ocupar los locales sería para ciertas firmas comerciales (mencionaba nombres) “por ser un punto de venta muy codiciado”. 

Me he interesado de tiempo a la fecha por seguir exponiendo en este espacio de CORREO lo positivo que es recuperar espacios públicos en el centro de la ciudad, por ello decidí trasladarme al lugar de los hechos. Cuando llegué el representante del ayuntamiento se había retirado, intenté localizarlo, sin éxito, aunque sí pude platicar con Carlos, uno de los vigilantes; receptivo y abierto al diálogo me dejó ver que de momento no hubo acuerdo, aunque subsiste la voluntad de lograrlo. 

Dejo hasta aquí el tema del Parque Madero con el ferviente deseo de que se llegue a un final satisfactorio y me quedo con una pregunta derivada del incidente: ¿Por qué las obras de gobierno se ven en ocasiones entorpecidas o canceladas por la oposición de algún grupo político o de asociaciones de ciudadanos? Considero, me auto respondo, que la causas son múltiples; solo me alcanzó el trayecto de regreso a casa para capturar mentalmente cinco de ellas:

•Exigencia ciudadana de que se respeten las leyes, en especial las ambientales.

•Oposición ideológica por creencias y valores opuestos a los del gobierno en turno.

•Acciones políticas con más tendencia a disputar el poder que a servir a la sociedad.

•Objeción a la opacidad con que en algunos casos se manejan los recursos.

•Autoridades cerradas al diálogo, funcionarios que no ven y no escuchan.

No son pocas las obras emblemáticas en nuestro estado que han enfrentado la oposición de algún grupo u organización política o civil enarbolando como motivo de su lucha el rechazo por alguno de las razones arriba relacionadas u otras que no aparecen en la lista. También se manifiestan quienes las celebran y valoran su utilidad por encima de sus defectos reales o supuestos. Transcurrido el tiempo, cuando las aguas se calman, algunas de las obras que sobrevivieron al repudio muestran su utilidad y otras que también sobreviven, pasan a ser mudos testigos de la desafortunada mezcla de ocurrencia, ignorancia y poder con que fueron concebidas.

Cuando le pregunté a Carlos su opinión acerca de la desconfianza que existe en contra de partidos políticos, obras de gobierno, personajes de las élites de poder político y económico y de instituciones que no cumplen con su función de servir, su respuesta fue coloquial y contundente: “Es que la mula no era arisca, la hicieron”.

Queda tela de donde cortar…



Ex rector de la Universidad Kino

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Hector Vazquez

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