Jóvenes en riesgo: tormenta emocional
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Revista CorreoFecha de publicación

En pleno auge de la era digital, los jóvenes universitarios se enfrentan a un cóctel de riesgos emocionales que amenaza su bienestar psicológico. Entre los principales detonantes destacan las compras compulsivas, las apuestas en línea, los trastornos alimenticios y la obsesión por las redes sociales. Estos fenómenos, lejos de ser simples hábitos o modas pasajeras, están marcando una generación que lucha por mantener el equilibrio en medio de una presión social constante.
El consumismo en exceso
“La moda se ha convertido en una trampa para muchos jóvenes que se encuentran bajo la presión de aparentar una imagen impecable, recurren a compras desmedidas”, explicó el psicólogo Guillermo Pérez en entrevista para El Economista.
Con la facilidad que ofrecen las tarjetas de crédito y débito, incluso desde temprana edad, muchos universitarios caen en un ciclo de consumo impulsivo. Aunque la gratificación por las compras es breve, el impacto emocional y financiero puede ser duradero. Este comportamiento no solo afecta su economía personal, sino que también puede alimentar sentimientos de vacío, ansiedad o culpa.
Alimentación bajo presión
La imagen corporal y la percepción de valor personal están fuertemente influenciadas por estándares de belleza que predominan tanto en medios tradicionales como en redes sociales. Según Voz Pro-Salud Mental Ciudad de México, la autopercepción negativa es uno de los principales factores que desencadenan los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).
Gabriela Cámara, presidenta honoraria de la organización, señala que “una autoestima frágil puede llevar a una persona a modificar de manera excesiva su apariencia en un intento de sentirse valiosa”. Estas modificaciones, que pueden incluir dietas extremas, ayunos prolongados o vómitos autoinducidos, son señales de alerta que muchas veces pasan desapercibidas en el entorno universitario.
La Secretaría de Salud estima que el 25% de los adolescentes mexicanos presenta algún tipo de TCA, aunque solo el 10% recibe atención profesional. Tras la pandemia, la Organización Mundial de la Salud reportó un aumento global en la prevalencia de estos trastornos, pasando del 3% al 10%.
Apuestas digitales: un riesgo silencioso
Otro fenómeno en ascenso es el uso de plataformas de apuestas en línea, muchas de las cuales son fácilmente accesibles desde cualquier dispositivo. “El acceso a estas plataformas ha encontrado un nicho peligroso entre los jóvenes universitarios. Tarjetas proporcionadas por los padres muchas veces terminan siendo utilizadas sin control”, advierte el psicólogo Pérez.
El resultado: pérdidas económicas significativas, conflictos familiares y, en algunos casos, el desarrollo de una adicción que requiere intervención terapéutica.
Redes sociales: espejo y juez
Las redes sociales, aunque útiles para la comunicación y el entretenimiento, también se han convertido en una fuente constante de comparación y presión estética. Desde filtros hasta cuerpos perfectos, la exposición constante a ideales irreales puede deteriorar la autoestima de los jóvenes.
“La imagen personal se convierte en un pilar de identidad que, si no se ajusta a los estándares impuestos, impacta directamente en la salud emocional de los jóvenes”, explicó Gabriela Cámara.
Además del impacto psicológico, el uso excesivo de redes sociales puede generar aislamiento, dependencia emocional y alteraciones en los patrones de sueño.
Una generación que necesita contención
“El entorno universitario debería ser un espacio de crecimiento, pero para muchos jóvenes se ha convertido en un campo minado de riesgos emocionales”, concluyó Pérez.
Frente a este panorama, expertos coinciden en la urgencia de adoptar un enfoque integral que incluya educación emocional, fomento de hábitos saludables, regulación del acceso a plataformas digitales y, sobre todo, mayor acceso a servicios de apoyo psicológico.
La salud mental de los universitarios no puede seguir siendo una nota al pie en la agenda educativa. Es hora de que instituciones, familias y sociedad trabajen de manera conjunta para ofrecer contención real a una generación que, aunque conectada como nunca antes, se siente cada vez más sola y vulnerable.