Una crisis ignorada

Autor

Revista Correo

Fecha de publicación

Imagen de la noticia

Aunque el alcoholismo es uno de los problemas de salud más extendidos en Sonora y todo México, la respuesta institucional sigue siendo precaria. En el marco del 90 aniversario de Alcohólicos Anónimos (AA), el reconocido médico cirujano y especialista en medicina familiar, Manuel Serna Arredondo fue claro y contundente: "No hay un respaldo real del Estado para enfrentar esta enfermedad que afecta a millones de familias."

Mientras Alcohólicos Anónimos mantiene viva su labor comunitaria con grupos activos en cada rincón del País, el panorama del apoyo gubernamental es desalentador. Según Serna Arredondo, tanto la Federación como los gobiernos estatales han dejado sola a la sociedad civil en esta batalla.

En México predomina la ignorancia, incluso entre profesionales de la salud, sobre las adicciones. No hay una institución que realmente las atienda. Se hacen estadísticas, sí, pero hasta ahí”, afirmó.

El especialista denunció también la falta de personal capacitado y la ausencia de presupuesto suficiente para crear programas sostenibles de atención integral. Asegura que el alcoholismo no es simplemente una cuestión de voluntad o vicio, sino una enfermedad con raíces profundas en la genética, el entorno y la salud mental.

La situación en Sonora ilustra bien este abandono. En 1989, el estado llegó a contar con un programa pionero: el Hospital Psiquiátrico Carlos Nava disponía de 10 camas exclusivas para personas con problemas de alcoholismo, además de unidades de atención en ciudades clave como Nogales, Obregón y Agua Prieta.

Hoy, esas instalaciones están cerradas. El motivo es crudo: “No hay con qué darle de comer a los internos”, lamentó Serna.

Frente a esta desatención, AA sigue operando sin apoyo gubernamental, sin ofrecer servicios médicos ni hospitalización, pero con un método de recuperación, el famoso programa de 12 pasos, que ha salvado vidas durante nueve décadas.

En un País donde el consumo de alcohol sigue normalizado y muchas veces romantizado, la omisión institucional no es solo preocupante, es peligrosa. Si no se actúa pronto, las consecuencias seguirán cobrándose en salud, vidas y tejido social.