Es desesperante y sumamente desagradable que, a tres semanas de las elecciones que se dicen ser las más grandes de la historia (siempre las últimas elecciones serán las más grandes pues el padrón electoral aumenta año con año), algunos/as candidatos se comportan como si estuviesen en un pleito de mercado de arrabal, abusando de las redes sociales para exhibirse.

Afloran sentimientos sobre pretéritas amistades y colaboraciones que se trocaron, por causa de su actividad partidista, en enemistades y ansias de venganza. 

Eso no es hacer política y mucho menos educa al elector en el definir su voto con base a propuestas claras y viables.

Soy lector del periódico a la vieja usanza. Día con día, con exactitud plena a la 7  am, lo recojo a las afueras de casa. Su lectura en las versiones electrónicas no es lo mío. 

Al hojearlo, me maravillo con todo tipo de ofertas y promesas de todos los candidatos/as independientemente de su cromaticidad, sea esta opaca o brillante. 

Y mi asombro no es por las promesas en sí, todas válidas sin duda, sino por lo añejo de las mismas, solo con ligeros cambios en su sintaxis. 

Recientemente he estado en reuniones con candidatos de la oposición, esa que conjunta partidos inmiscibles por tradición, pero que encontraron afinidad en el deseo de sacar al fantasma de la dictadura de nuestro Palacio Nacional. Políticamente es correcto ese pensar y actuar, aunque choque con la ortodoxia de la filosofía de cada uno de los partidos que conforman la trilogía en cuestión. ¿Que aprendí de esas reuniones? Me atrevería a decir que nada. Retórica adaptada a las condiciones actuales y elegante prosodia para describir la problemática que nos abruma perennemente. 

Se que no votaré por morena y sus camisas negras y pardas. Se que no votaré por esos pseudoizquierdistas trasnochados de libros sudados bajo el brazo. Yo no caí en el engaño de hace casi seis años del que fueron víctimas más de 32 millones de electores. Y no es reclamo para ello/as, pero cometer el mismo error dos veces tiene un nombre conocido por todos.

Todos/as paladines de la justicia y estandartes de la inteligencia. Presentando promesas que saben nunca cumplirán, con muchos qué y ausentes de los cómo. Desconocedores del método e ignorantes de la historia. Ya estamos acostumbrados. Pero independientemente de ello vamos a votar este 2.  Es lo mínimo que podemos hacer, pues si queremos que se vayan el voto es nuestra única arma (por lo pronto).

Yo solo quiero que lo candidatos/as controlen, o al menos moderen, sus ansias de triunfo, sus ansias de poder. 

Dejen sus peleas, los insultos y la falta de respeto a los recintos legislativos. Mejor dígannos que van hacer para que no nos falte el agua, no tengamos apagones, para que vengan turistas sin temor a que lo asesinen, para que no falten medicinas, para que Pemex y CFE sean eficientes, para aumentar el gasto en educación y presupuesto a las universidades y centro públicos de investigación, para dejar de tener un presidente que siempre tiene otros datos y acribilla nuestra Constitución.

En fin, no exhiban sus rencores, no nos interesan. Con ellos no ganaran nuestro voto.

(rpacheco@ciad.mx / @rpacheco54)