Fue el primer domingo de junio. Siendo tan igual que otros domingos fue al mismo tiempo tan diferente, pues marcó huella en nuestro ánimo y lo hará en nuestra historia política reciente.
Como todos los domingos me levanté temprano y me apresté a cumplir mi compromiso y deber ciudadano adquirido semanas previas como presidente de casilla electoral.
Puntualmente, estuve en el lugar exacto, a la hora exacta, con el material exacto, los paquetes electorales y los materiales para armar las urnas, en tiempo exacto. Y así fue tal y como estaba escrito.
Fue un día extenuante de 17 horas de trabajo sin actividad física relevante pero que, con mis primeros 70 años a cuestas, sentí agobiante, solo salvado por la eficiencia, camaradería y buen humor de mis compañeros y compañeras funcionarios de casilla y a los amenos comentarios de observadores y representantes de partidos siempre atentos y cordiales desde los espacios reservados para ellos. Generamos un ambiente afable y de camaradería dispuesto a afrontar una jornada que preveíamos muy interesante, pero a la vez larga, muy larga.
Y empezó a llegar la y él votante, unos/as vestidos de domingo y otros/as no tanto. La ocasión nos sirvió para saludar a vecinos/as que tiempo atrás no “divisábamos” por el trajinar diario. Algunos de ellos/as difícil de reconocer en la foto que aparecía en el padrón electoral y que fue motivo de comentarios varios, pero siempre aceptando el transcurrir del tiempo.
Aprovechamos el tiempo de menor afluencia para comer. Siempre es bueno compartir la mesa y si es con amigos/as mucho mejor.
Rondaban las 3-4 de la tarde y sin dejar de atender el proceso compartimos viandas que cada quien llevó o le llevaron. Seguramente esta historia se repitió en todas las casillas hermosillenses.
A las 6 pm exactas, sin votante a la vista, se cerró la casilla, preparándonos en su momento para el conteo de votos. Transcurrió este sin contratiempo alguno, procediendo posteriormente al llenado de todas las actas correspondientes y el armado de los paquetes electorales, y así, nos dieron la 0:30 am listos para transportar los paquetes a sus destinos finales.
Al llegar a ellos, nos recibieron de forma muy cordial dándonos el acuse de recibido y un boleto para cenar, mismo que no aproveche, solo quería volver a casa. Así transcurrió mi domingo 2 de junio del 2024, que por cierto nunca olvidaré.
Y después, al día siguiente, en cascada, se asoman los primeros resultados de la elección en los ámbitos nacional, estatal y municipal. Resultados colmados de sorpresas.
Unos sin discusión alguna y otros de dudosa aritmética que tendrán que ser resueltos a la mas breve brevedad. Reitero, yo no voté por la Doctora, pero aunque lo hice por la oposición porque no había de otra, siempre fui reticente en que ello pudiese ser interpretado como una claudicación al dar mi un apoyo al pri y pan con todo lo que ello representa para la consecuencia de mi desarrollo político.
La pregunta que creo todos no hacemos: ¿Por qué la diferencia de votos entre la Dra. y la Sra. X fue tan grande y desmedida? Hay que analizar el tema y explicarlo en todas sus aristas.
Lo que si es indiscutible sería el grave error político desperdiciar la inercia de la “marea rosa”. ¿Emergerá el/la líder para ello? ¿La Sra. X?
(rpacheco@ciad.mx / @rpacheco54)