Algunos acontecimientos actuales parecen ser rescatados de otros tiempos; cambian los actores, pequeñas variaciones de contenido, de las formas, pero al final de cuentas resulta la misma historia; el indeseable retorno de lo que ya se había superado, el renacer de lo olvidado, otra vez presente lo que lucía nuevo y que de repente, vuelve a ser “como era antes”. Otra vez la relación de algunos medios críticos con el poder luce ríspida y confrontada.

En mis años de estudiante universitario fui testigos del férreo control mediático que existió por parte del gobierno y cómo este fue cediendo terreno (por el impulso de fulgores cívicos) hasta soportar una buena dosis de ejercicio crítico (ya en el siglo XXI) por parte de algunos medios impresos, electrónicos y las redes sociales que se han posicionado como una fuente de dudosa veracidad. 

La relación del poder político con los medios de comunicación estaría en la actualidad a años luz de 1954 cuando en la ceremonia de inauguración de la nueva planta de PIPSA (Productora e Importadora de Papel S.A. creada por decreto del General Lázaro Cárdenas el 21 de agosto de 1935), el Presidente Adolfo Ruiz Cortines les reiteró a los editores presentes su "absoluto respeto a la libertad de prensa" a la par que les manifestó sutilmente su plena "confianza en que los periodistas sabrán servir con eficacia y lealtad a la patria". 

Algunas revistas de aquellos años ejercían crítica política a pesar de la intolerancia reinante, por ejemplo, Política, Siempre y Proceso, lo mismo que algunos diarios (Excelsior, Uno más Uno), aunque estos fueron duramente reprimidos. 

La radio y la televisión se mantuvieron ajenas al acontecer político, apoltronadas en su cómodo refugio de telenovelas, concursos, caricaturas, películas, espacios musicales y de esparcimiento.

Para la situación actual de la relación del gobierno con los medios, aplicaría la tercera de “Las tres dimensiones del poder” que propone Adrián Zenz: "Consiste en el intento de moldear las percepciones, conocimientos y preferencias de la gente para legitimar la agenda propia”. 

Este planteamiento explica el motivo por el cual la relación del poder político con algunos medios de comunicación entró en una etapa crítica. 

Con el año electoral a la vuelta de la esquina y con una tragedia en Acapulco cuya magnitud no se termina de dimensionar, la de por sí compleja relación del poder con los medios no depara nada bueno en los próximos meses. 

Inevitable que cada uno de ellos quiera ejercer su poder buscando moldear “…las precepciones, conocimientos y preferencias para legitimar la agenda propia”. 

El problema está en que no conocemos el contenido real de cada una de sus agendas; ojalá prevalezcan las agendas del buen periodismo y del buen gobierno (dijo el optimista).

Si no es así, lo que nos espera es el retorno de lo indeseable, el renacer de lo olvidado, otra vez presente lo que lucía nuevo y que de repente, vuelve a ser “como era antes”.

Queda tela de donde cortar…

Ex rector de la Universidad Kino